Armas vascas para Oriente: la internacionalización del sector armero vasco al inicio del siglo XX
En imágenes: armas vascas para Oriente |
La década de 1924 a 1934 fue vital para muchos talleres y empresas de comarcas tradicionalmente armeras como Eibar, Gernika, Tolosa, etc… que tras el gran auge que tuvieron durante la I Guerra Mundial sufrieron una gran crisis.
Oier De la Quintana Hernández
DEIA 07·12·24 | 07:30 |
Tras la I Guerra Mundial y el gran auge que tuvo el sector armero vasco se dio una gran crisis en este sector debido, entre otras causas, a la pérdida de contratos militares, la venta de excedentes militares y, sobre todo, las medidas regulatorias del Gobierno español por el aumento de la violencia política. Esto conllevó el inicio de un proceso de reconversión industrial prácticamente en todas las empresas armeras. Ejemplo de ello son: Alfa (máquinas de coser); Orbea y Cía, Beistegui Hermanos BH, Garate Anitua y Cía. GAC (bicicletas); Olave, Solozabal y Cía. (material de escritorio), etc…
Las empresas que se mantuvieron exclusivamente como compañías armeras fueron pocas y para sobrevivir se internacionalizaron, teniendo una curiosa historia con Japón y China durante esta década. Estas relaciones comerciales surgieron debido a que China, al estar envuelta en una guerra constante durante prácticamente toda la primera mitad del siglo XX, fue uno de los grandes mercados internacionales para la industria armamentística, pero en el cual sólo podían entrar pistolas legalmente, debido al embargo internacional de 1919.
Las empresas vascas que más destacaron en este comercio con Asia fueron: Hermanos Beistegui (BH), Astra y Star. Para ello mejoraron el transporte de la mercancía fundando nuevas sucursales, firmaron tratos favorables con bancos, empresarios locales y gobiernos y, además, desarrollaron copias mejoradas de la pistola Mauser C96, que era el modelo más demandado en China y Japón en esa época. Los comerciantes japoneses fueron vitales ya que establecieron las rutas marítimas y los métodos de pago. Esta relación fue muy beneficiosa hasta que algunas empresas vascas descubrieron que los japoneses sólo eran intermediarios y comenzaron a comerciar directamente en China a partir de 1929.
Astra Modelo ‘F’ en el Museo de la industria armera, Eibar. x |
Todo esto lo podemos constatar en el diario de viaje de Ernesto Borchers, jefe de ventas de Astra, y en la correspondencia oficial de la propia empresa. Estos documentos han sobrevivido hasta el día de hoy gracias a la Asociación Gernikazarra Historia Taldea que custodia toda la documentación que se pudo salvar tras el cierre de la fábrica de Astra en Gernika.
Sin traductor
El viaje de Ernesto Borchers no surgió de la nada sino que tuvo un precedente muy curioso en 1926, el año anterior al viaje. Para 1926 Astra ya había mantenido interacciones con Japón, como demuestra una carta al embajador español agradeciendo el anuncio de su catálogo, y otra dirigida a Sr. Yashibe, director del departamento de Comercio e Industria de Osaka, agradeciéndole haber puesto su catálogo en una publicación del departamento. Ese mismo año también recibieron la visita del Sr. Ohashi, un empleado de la empresa Ohashi Trading Co., que sólo sabía hablar japonés y que debido a un retraso de correo apareció sin aviso en Gernika siete días antes de que llegara la carta de aviso. A causa de ser incapaces de comunicarse con él al no haber traído un traductor desde Madrid se limitaron a enseñarle las instalaciones de la empresa.Esta visita dejó claro el gran interés que tenían los japoneses en adquirir armamento y Astra planificó un viaje a Japón y China. El viaje hasta Asia fue realizado por tierra; es decir, que Ernesto viajó por toda Europa en tren y luego atravesó toda la Unión Soviética por el transiberiano hasta llegar a la Corea japonesa. Una vez en territorio japonés, Ernesto cuenta que tuvo que entrevistarse con varios altos funcionarios para poder viajar por Japón y que desde el principio era vigilado por la Policía nipona.
Mejoraron el transporte, firmaron tratos con bancos, empresarios y gobiernos, y desarrollaron copias mejoradas de la Mauser C96
Ernesto Borchers se estableció en la ciudad portuaria de Kobe ya que la mayoría de sus contactos y contratos eran realizados con empresas importadoras de allí. Aunque las principales compañías con las que se reunió para negociar fueron A. Oda&Company, Degay Firearms y Ohashi Trading Company, visitó las oficinas de muchas otras compañías, bancos, abogados y oficinas gubernamentales. En Kobe es donde descubrió que el mercado de armas en Japón era inexistente ya que hacía tres o cuatro años, entre 1923-1924, el gobierno japonés había prohibido completamente la posesión de armas y que los envíos de armas eran revendidos en China. También descubrió que no había mercado para escopetas debido a la poca afición a la caza existente. También observó la preferencia por pistolas C96 y que Hermanos Beistegui se había adelantado a ellos en el mercado japonés hacía cuatro meses, y que Star no estaba teniendo mucho éxito.
72.000 pistolas en 3 años
Más tarde logró una entrevista con un alto general japonés gracias a la carta de presentación que obtuvo de un abogado de quien se hizo amigo. Al llegar a Tokyo también organizó reuniones con las mayores casas mercantiles de Japón: Okura Jugoten y Mitsubishi, que tenían un monopolio de los contratos gubernamentales. A la vuelta a Kobe tuvo que resolver uno de los problemas por lo que fue hasta Japón. La compañía Ohashi se encontraba sin liquidez y el banco intermediario amenazaba con embargar el cargamento de 1.000 pistolas que se encontraba en el puerto. Antes de irse de Kobe Ernesto logró un gran contrato con Oda Trading Co., en parte gracias a la gran amistad que logró con el presidente de la compañía. Oda se convirtió en su suministrador oficial en Japón y firmaron grandes pedidos. En solo tres años estaban obligados a comprar 72.000 pistolas Astra, cientos de escopetas y munición.Star Modelo ‘D’ en el Museo de la industria armera, Eibar. x |
En general el comercio armero en Asia, al estar enfocado hacia China, que estaba bajo un embargo de armamento, adquiría un tinte de clandestinidad. Esto se ve claramente en las demandas de los mercaderes japoneses y las acciones de otras potencias europeas. Un ejemplo es que los mercaderes japoneses demandaban que los envíos de armas se realizaran desmontadas en paquetes y envíos distintos para así poder declararlas como piezas de recambio y de esta forma pagar solamente un 40% de aranceles frente a un 100% sobre armamento. Otro ejemplo de ello es el caso del coronel italiano Varalda, el cual tras una breve parada en Japón antes de dirigirse a Beijing declaraba sus grandes cargamentos de material militar como “juguetes japoneses”.
También acordó con el mercader francés Degay y otras empresas mandar pistolas Astra marcadas como Royal o cachas sin marcar junto a un sello para marcarlas como Royal en Japón. Esta propuesta, aunque ilegal, solventaba la gran demanda por la marca Royal que había, al mismo tiempo que eliminaba del comercio a Hermanos Beistegui con quien los japoneses habían tenido muy malas experiencias. Al enterarse Hermanos Beistegui los amenazaron con ir a juicio, pero finalmente optaron por otra estrategia comercial.
Usaron a pelotaris para negociar encargos con el gobierno de Chiang Kai-Shek. El Jai Alai era un deporte de moda en esa épocaTras salir de Japón, Ernesto Borchers fue a las ciudades chinas de Dairen, Mukden y Harbin para ver de primera mano el mercado chino. En China no tuvo el mismo éxito ya que casi no le quedaba material de muestra: catálogos, folletos etc. y que las empresas chinas eran mucho más escépticas. A diferencia de las compañías japonesas que se fiaban de las características prometidas sin necesidad de una prueba de disparo, las compañías chinas exigían disparar las pistolas antes de hacer encargos. Por desgracia, la última pistola de prueba que le quedaba era defectuosa y como describió Ernesto en una de sus cartas “...todas las casas a las cuales presenté esta única muestra la cargaron de cartuchos 7.65 y la descargaron y no funcionaba del todo, no era posible sacar ni siquiera ningún cartucho, todos se encasquillaron… Expliqué que la pistola estaba preparada para otra clase de cartuchos, pero desde luego mala excusa….” A pesar de este gran problema logró alguna pequeña venta.
Requisado por los gudaris
Más tarde, en 1931, Ernesto volvió a China y con la ayuda de algunos shanghaineses fundó la Astra China Co. Ltd para comerciar con el gobierno del Kuomintang y por eso contrataron al Sr. Ku, un comerciante chino que conocía a los generales a cargo de la adquisición de armamento, el general Cheng y el general Ma Hung Kwei. Para esta fecha habían cortado relación con los japoneses, pero los envíos seguían saliendo de Bilbao a Amberes, y una vez allí, viajaban en barcos ingleses hasta Shanghai. Gracias a estos tratos con el Gobierno chino expandieron su negocio a armamento y munición de otras marcas europeas.La sucursal de Shanghai de Astra cerró abruptamente en 1934 por la acumulación de varios problemas: cambios en la regulación del sector en España, el aumento de la presión japonesa tras la invasión de Manchuria en 1931, la pacificación de los señores de la guerra por el Kuomintang, etc… Aún así ocurrieron dos eventos muy interesantes que surgieron de esta sucursal en Shanghai. Por una parte, un lote de pistolas C96 que no llegó a enviarse por un error de traducción de los caracteres chinos que debían marcar su procedencia como Made in Spain y realmente decían Made in Japan fue requisado por gudaris durante la guerra civil. Y por otra parte, hacia 1931 Hermanos Beistegui, que todavía eran competidores importantes, usaron a pelotaris para negociar encargos con el gobierno de Chiang Kai-Shek desde Shanghai.
Estas estrategias comerciales se debieron a que el Jai Alai era un deporte de moda en esa época y algunos de ellos tenían contactos e influencia de la que se aprovecharon para hacer negocios. Como afirma el historiador Juan Pablo Sánchez Beltrán (Valencia, 1962): “Prácticamente hubo pelotaris desde 1929 hasta 1944, formando dos cuadros completos de 24 pelotaris, uno en Shanghai y otro en Tianjin –ciudades divididas por 1.095 kilómetros de carretera– que se renovaban cada temporada. A los que hay que sumar los intendentes, cesteros, y familiares. Con todo era el colectivo más importante junto con el de los misioneros”.
El autor: Oier De la Quintana Hernández (Laudio, 2002)
Historiador (Graduado en la UPV/EHU). Fue becario en el Archivo del Nacionalismo Vasco de Sabino Arana Fundazioa y, actualmente, integrante del grupo de investigación de Prehistoria de la Universidad del País Vasco.
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