La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi

La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi

Se cumplen 75 años de las heroicas batallas que libró la fuerza naval vasca ideada por el Gobierno de José Antonio Aguirre, que transformó cuatro bacaladeros y medio centenar de pesqueros en buques de guerra

Juan Pardo San Gil - Sábado, 25 de Febrero de 2012 -


Tripulantes del bou 'Gipuzkoa' tras un combate; con gabardina larga, el comandante Galdós
Tripulantes del bou 'Gipuzkoa' tras un combate; con gabardina larga, el comandante Galdós



DONOSTIA
EN estos meses se cumple el 75º aniversario de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi, una pequeña fuerza naval creada en octubre de 1936 por el Gobierno vasco para ayudar a la Armada Republicana en la protección al tráfico marítimo y la actividad pesquera en aguas propias, y para mantener libres de minas submarinas los accesos a nuestros puertos. Su acción más significativa se produjo el 5 de marzo de 1937, cuando varios de sus buques se enfrentaron al crucero rebelde Canarias, a la altura de cabo Matxitxako, para proteger la llegada a Bilbao de un mercante que procedía de Baiona. Por eso, los próximos días 4 y 5 de marzo se han escogido para realizar diversos actos de conmemoración y homenaje a nuestros marinos.
Los buques El Gobierno vasco nombró el 15 de octubre de 1936 a Joaquín de Egia, entonces subdelegado marítimo de Bilbao, jefe de la Sección de Marina dentro de la Consejería de Defensa. La misión encomendada era la de ayudar a la Marina Republicana en su labor. La mayoría de la Flota de la República operaba en el Mediterráneo; en el Cantábrico sólo quedaban un destructor, un viejo torpedero y dos submarinos.
Para crear la Marina Auxiliar, Egia convirtió en buques de guerra a más de medio centenar de pesqueros, en su mayoría de la flota de Pasaia, que estaban refugiados en Bilbao sin ocupación. En unos casos les dotó de artillería para realizar servicios de vigilancia y escolta (bous armados) y en otros, de aparejos para el rastreo de minas (dragaminas). Todos los buques iban pintados de color gris aplomado, llevando en sus amuras, en color negro, la inicial de su nombre o el numeral correspondiente. Izaban la ikurriña a proa y la bandera tricolor republicana en el palo mayor o a popa. Tenían su base en Portugalete. La Jefatura se alojó en el segundo piso del hotel Carlton de Bilbao.
El núcleo central de la Marina Auxiliar lo constituyeron cuatro bacaladeros de la empresa PYSBE de Pasaia, que fueron rebautizados con los nombres de Gipuzkoa (ex Mistral), Nabarra (ex Vendaval), Bizkaya (ex Euzkal-Erria) y Araba (ex Hispania). A estos bous se incorporaron más adelante otros de menor porte, el Donostia, Goizeko-Izarra, Iparreko-Izarra, Gazteiz e Iruña. El Gazteiz e Iruña no llegaron a terminar la conversión prevista por falta de armamento.
Para la recogida y destrucción de minas se seleccionó hasta una treintena de parejas de arrastre que recibieron el nombre de dragaminas o barreminas. Al principio conservaron sus nombres originarios, pero en mayo de 1937 se les sustituyeron por los numerales D-1 a D-24. Para labores portuarias y cometidos especiales se militarizó también un grupo de lanchas motoras, designadas con los numerales L-1 a L-6, una docena de canoas rápidas y varias embarcaciones auxiliares. Ninguna de ellas iba armada.
Las tripulaciones Las tripulaciones se organizaron con personal voluntario, procedente de las marinas mercante y pesquera. Para eso se creó el Voluntariado de Personal de Mar. Para garantizar su lealtad al Gobierno era necesario contar con el aval de un grupo político o sindical, aunque no era imprescindible estar afiliado. La mayoría de sus miembros militaba en Solidaridad de Trabajadores Vascos o en el PNV (57%), pero había también un importante núcleo de afiliados al Partido Socialista o la UGT (19%), y grupos menores a la CNT, ANV, el Partido Comunista, Izquierda Republicana o sindicatos profesionales; alrededor de un 10 % no estaba afiliado. Entre las afiliaciones menos corrientes estaban las Juventudes Socialistas Unificadas (4), Euzko Mendigoizale Batza (3), Socorro Rojo Internacional (1) y Estat Catalá (1 afiliado).
En cuanto a su procedencia, el 57% de los voluntarios era originario de Bizkaia (casi un 10% de bermeanos), un 28% de Gipuzkoa y un 1% de Araba y Nafarroa. Había también un grupo numeroso de gallegos (un 10%) y unos pocos procedentes de Andalucía, Cantabria, Asturias, Castilla, Murcia, Madrid, Cataluña y Aragón. En total, 917 hombres y 3 mujeres sirvieron en las filas de la Marina de Euzkadi.
Aparte del personal embarcado, existía lógicamente el personal de tierra, destinado en las oficinas de la Jefatura en Bilbao, en el taller y almacenes de Portugalete, en el cuartel de marina en Getxo, en atalayas y en puestos de vigilancia. El servicio de Atalayas y Vigías fue creado para mantener la observación del tráfico costero desde puestos fijos, instalados en Punta Lucero, Punta Galea, Sopelana, Plentzia, Cabo Villano, Cabo Matxitxako y Lekeitio. Además, en las oficinas de Marina Republicana en Bilbao trabajaban una decena de escribientes y chóferes cedidos por la Marina de Euzkadi. Y en mayo y junio de 1937, más de 200 miembros de la Marina Auxiliar embarcaron en los destructores republicanos Císcar y José Luis Díez y en el submarino C-6, para sustituir a personal que no ofrecía confianza y para cubrir bajas.
Actividades Los buques de la Marina Auxiliar dependían directamente del Gobierno vasco, recibiendo las órdenes de la consejería de Defensa que asumía el propio lehendakari, José Antonio Aguirre. Sostuvieron varios combates con los buques enemigos. El primero se registró el 15 de noviembre de 1936, cuando el destructor franquista Velasco atacó a los bous Mistral (futuro Gipuzkoa) y Euzkal-Erria (luego Bizkaya), a unas 40 millas de Pasaia, mientras se dirigían a Francia a recoger unos mercantes. Los bous le hicieron frente y en el intercambio de fuego el Velasco fue alcanzado y tuvo que retirarse con averías. El Mistral recibió también algún impacto de metralla que solo causa ligeros desperfectos y dos heridos.
En meses suscesivos, la actividad de los buques vascos se centró en la escolta de buques mercantes y en la vigilancia costera. En estas misiones, el bou Bizkaya detuvo a dos mercantes alemanes, el Pluto, el 20 de diciembre, y el Palos, tres días después. El primero fue puesto en libertad, pero el segundo fue conducido a Bilbao. Una vez registrado se comprobó que conducía algunos materiales para los rebeldes considerados contrabando de guerra. Se desembarcó el material y se permitió al buque continuar viaje unos días después.
Un segundo choque con el destructor Velasco se produjo la noche del 8 de enero. Al salir de Portugalete, el bou Nabarra se topó sorpresivamente con el Velasco y el minador Genoveva, que iban a sembrar de minas la entrada del puerto. Durante unos minutos, el Velasco y el Nabarra intercambiaron fuego sin alcanzarse, pero la acción del bou sirvió para impedir el sembrado de minas. Los franquistas consiguieron colocar las minas nueve días después. El 17, de madrugada, el bou Goizeko-Izarra, que realizaba la vigilancia nocturna, chocó con una de ellas y se hundió con sus 17 tripulantes. Al día siguiente entraron en ación los dragaminas para rastrear el campo. Durante las faenas, uno de los rastreadores, el Mari-Toya, chocó con otra mina y se hundió, falleciendo 6 de sus tripulantes. En dos días, los dragaminas consiguieron abrir un pasillo seguro y nunca más hubo un percance debido a las minas. Y eso que los franquistas volvieron a sembrar minas frente a Bilbao en febrero y en abril. La actividad constante de estas pequeñas embarcaciones impidió otras desgracias. A lo largo de toda la campaña, los dragaminas vascos inutilizarían alrededor de 200 minas submarinas frente a Bilbao y varias decenas más en Santander y Asturias, donde también actuaron.
Combate de cabo Matxitxako El más importante de todos los combates que implicó a la Marina Auxiliar se produjo el 5 de marzo de 1937, cuando el crucero franquista Canarias interceptó, a la altura de cabo Matxitxako, a un convoy que venía de Baiona a Bilbao. Lo formaban el mercante Galdames y los bous Gipuzkoa, Bizkaya, Nabarra y Donostia. El combate terminó con el apresamiento del Galdames y el sacrificio heroico del bou Nabarra. El Gipuzkoa logró entrar en Portugalete con graves averías y numerosas bajas a bordo, mientras el Bizkaya lo hacía en Bermeo después de liberar al mercante Yorkbrook, apresado por el Canarias antes del combate. El Donostia, por su parte, se retiró a Francia.
El comandante del Nabarra, Enrique Moreno, era natural de La Unión y estaba casado con una chica de Luzaide-Valcarlos. Había comunicado a sus oficiales, antes de empezar el combate, que prefería hundirse con el barco antes que entregarse, y cumplió su palabra. En el combate fallecieron 40 personas (29 del Nabarra, 5 del Gipuzkoa, 1 del Canarias y 5 pasajeros del Galdames) y fueron capturados 20 supervivientes del Nabarra. A lo largo de toda la guerra, 62 miembros de la Marina Auxiliar fallecerían prestando servicio. Todos los supervivientes del bou Nabarra fueron condenados a muerte, pero la intercesión personal ante Franco del comandante y del director de tiro del Canarias, capitán de navío Salvador Moreno, y del capitán de corbeta Manuel Calderón -en un gesto que les honra- consiguió su indulto y liberación, en reconocimiento a su valentía. Sin embargo, la tripulación y algún pasajero del Galdames recibieron largas condenas de prisión y alguno fue fusilado. como fue el caso del representante de la Generalitat de Cataluña en Euskadi, Manuel Carrasco Formigueira, o de los concejales irundarras Evaristo Larrañaga y Florencio Iracheta.
El combate de Cabo Matxitxako fue mucho más que un simple encuentro naval. Sirvió para crear en el subconsciente colectivo vasco de la época la impronta de una gesta heroica que reflejaba claramente la decisión de los vascos de luchar hasta la muerte por su libertad. La prensa no ocultó detalles del suceso, lo que sirvió para convertir el combate de los bous contra el Canarias en una gesta épica. Se realizaron actos a favor de los marinos fallecidos, el Gobierno vasco rebautizó a dos de sus lanchas con los nombres de Epailla 5 y Comandante Moreno e incluso el Aberri Eguna de ese año se celebró como un homenaje al Marino Vasco. La derrota militar se convirtió a ojos de la población en una victoria moral.
La caída de Bilbao en junio de 1937 obligó a que los buques vascos se trasladaran a Santoña y Santander. Algunos de ellos, con sus tripulaciones, fueron transferidos a la Marina Republicana en agosto y luego operarían también en Asturias. La ocupación de Asturias por las tropas franquistas, en octubre de 1937, puso punto final a sus actividades. Algunos de sus integrantes cayeron prisioneros, pero la mayoría consiguió llegar a Francia. La mitad de las tripulaciones quedaría en suelo francés, custodiando las embarcaciones hasta el fin de la contienda, y la otra mitad regresaría a territorio republicano para proseguir la guerra en la Marina Republicana o en la flotilla del Cuerpo de Carabineros. El final de la guerra supuso para algunos el regreso a casa en condiciones difíciles, por su pasado "rojo-separatista". Otros muchos iniciaron el largo y duro camino del exilio o se vieron sumergidos en otra guerra.
A finales de los años 60 empezó a celebrarse en Bermeo, de forma clandestina, un homenaje a los marinos caídos en Matxitxako, y por extensión a todos los miembros de la Marina Auxiliar. Este homenaje de reconocimiento lo han proseguido los propios supervivientes, sus familiares y algunas asociaciones de recuperación de la memoria histórica hasta la actualidad. Y este es el testigo que queremos recoger con las conmemoraciones previstas en Bermeo el día 4 y en varias localidades más el día 5.

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