La República compra tanques en Polonia. (1937)
Renault FT-17 |
La República compra tanques en Polonia. El Renault FT-17 en la campaña del norte (1937): Tras la llegada al puerto de Bilbao del vapor soviético Andreev el 2 de noviembre de 1936 —que
trajo, además de cazas Polikarpov I-15 “Chato”, cañones y diverso
armamento y municiones, 20 autoametralladoras-cañón (AAC) BA-6 y 10
autoametralladoras (AA) FA-I-, el parque de medios acorazados del
ejército que mandaba el general Francisco Llano de la Encomienda en las
provincias norteñas leales a la República recibiría un segundo envío de
blindados procedente del extranjero formado por 16 Renault FT-17 que
llegarían a Santander (vapor “Autom”) el día 3 de marzo de 1937 y aún
llegaría un tercero con otros 32 del mismo modelo el día 31 (vapor
“Andra”). En el número 6 de nuestra revista digital Saibigaindejamos
bastante aclarada la cuestión de los diversos envíos de tanques al
norte, su número y uso operacional al hacer referencia a un documento
hasta entonces inédito del teniente coronel Anselmo Fantova, inspector
del regimiento que aglutinaba todo este material (1), pero queríamos
incidir con un artículo más específico en la cuestión de los Renault, de
los que incluso se llegaba a dudar de su participación en la campaña
vasca, como si sucedió realmente. Esta vez, a diferencia de lo que pasó
con los BA-6 y FA-I en 1936, ya no habría reparto equitativo para
contentar a asturianos, santanderinos y vascos, sino que pasarían en
bloque al nuevo regimiento de carros del Ejército del Norte para un
mejor uso de estos medios tan especiales, pero el estado de estos
tanques fabricados al final de la Primera Guerra Mundial (PGM) que
vendió el gobierno polaco a través del SEPEWE (Syndicat Exporti Przemyski Wejennego)
al asombroso precio de 35.000 $ c/u (la Unión Soviética vendía los
nuevos T-26 a 21.500 $) era peor que pésimo. Con la venta de todo su
material excedente, Polonia, cuya política exterior se movía en un
peligroso juego de equilibrios entre alemanes y rusos, pretendía costear
su rearme, como señala Howson (2). La necesitada República Española
pagaría lo que hiciese falta.
El carro francés Renault FT-17 —“el
primer tanque moderno”, a decir de Steven Zaloga- fue un blindado
verdaderamente revolucionario en 1918, pero en 1937 ya estaba obsoleto,
aunque aún se mantenía en la reserva de numerosos ejércitos, como el de
Francia, que podían hacer uso de los mismos como vehículo de apoyo para
la infantería, favorecido por sus escasas dimensiones (2,14 m de alto
por 1,74 m de ancho) y la posibilidad de emplear fuego de supresión con
su cañón Puteaux de 37 mm o una ametralladora Hotchkiss (los
polacos usaron una versión local de calibre 7.92x57), configuraciones
ambas con las que llegó al norte. Se movía a una velocidad máxima de 7,5
km/h y su tripulación estaba formada por dos hombres, conductor y
tirador. España también había adquirido este modelo en 1921 para la
campaña norteafricana y los primeros vascos en servirse del apoyo de
estos tanques en combate fueron los miembros de las Milicias Vascas Antifascistas
en el asalto al edificio del Instituto del Cáncer (Ciudad
Universitaria, Madrid) del 23 de febrero de 1937, semana y media antes
de que llegasen al norte. Pero estos Renault, a diferencia de los
madrileños, no estaban debidamente mantenidos y del total de 16 (11 con
cañón y 5 con ametralladora) seis tuvieron que quedarse en reparación en
Santander y los 10 restantes fueron enviados a Noreña (Asturias) sin
tiempo siquiera para comprobar su funcionamiento y armamento, a falta de
visores para los cañones y correas de ventilador, y mucho menos para
entrenar adecuadamente a las nuevas tripulaciones.
Su
apresurada entrada en acción fue debida a la necesidad de reforzar a los
cuatro orugas Trubia-Naval que había enviado el Ejército vasco para la
ofensiva sobre Oviedo, de los cuales dos habían fallado por problemas
mecánicos y solo uno, si bien parcialmente, pudo coronar su objetivo en
la importante posición de La Rebollada, logrando “destruir la alambrada y
ametrallar a los defensores del parapeto”, lo que llevó al mando a
creer que el uso de medios blindados de cadenas en cantidad suficiente
podía marcar la diferencia en este sector (3). Sin embargo, los Renault
fueron enviados a Colloto, entrando en acción el 13 de marzo en la zona
de Ventanielles, “en cuyo lugar se quedó uno de cañón por haber dado la
vuelta y haber resultado heridos el conductor y el artillero del mismo”,
sin que ninguno consiguiese llegar hasta La Cadellada. Dos de ellos
tuvieron que ser remolcados por avería de los motores y al día siguiente
de este fracaso todos los carros fueron trasladados a La Felguera para
su reparación. El segundo envío (19 con cañón y 13 con ametralladora)
llegaría en idénticas condiciones de deterioro, como señala el teniente
coronel Fantova en su informe:
Se
adjunta una relación que detalla el deterioro que, antes de prestar el
primer servicio en España, tenían al ser depositados en el muelle de
Santander, y por cuya relación se verá el estado en que se encuentra el
material […] 9 tanques sin mandos, 3 velocidades rotas, 9 tanques sin
mandos., 3 velocidades rotas, 7 embragues quemados, 27 radiadores rotos,
2 cambios de motor por inútiles, 16 reparaciones de blindaje, 5
magnetos totalmente inútiles, 11 depósitos de gasolina rotos y 2 carters
rotos.
Tanques
Renault FT-17 en un taller de la Naval de Sestao junto a un tractor
Landesa y dos camiones blindados Somúa de la segunda serie en la
primavera de 1937. Los nueve carros enviados a Bizkaia requirieron
costosas reparaciones para ponerles en servicio, pero su actuación en
los frentes vascos fue anecdótica (Artemio Mortera. Los medios
blindados en la Guerra Civil Española. Teatro de operaciones del Norte)
De este
segundo lote de 32 carros Renault, nueve fueron enviados a la localidad
vizcaína de Bedia, donde comenzaron a ser reparados por los propios
mecánicos del regimiento de carros del norte, unidad en la que fueron
agrupados junto a las BA–6 y FA–I, formando dos batallones: el de
tanques Renault en base a tres compañías y el de AAC/AA en base a dos,
muy distribuidos por los frentes, con especial atención a los vascos,
donde había dado comienzo con gran alarde de medios la ofensiva del
general Mola. El resto de la segunda tanda, 23 carros más tres de la
primera, fueron reparados diligentemente por el personal de Transportes
de Guerra de Santander y enviados a la localidad de Los Corrales de
Buelna, convertida en base del regimiento. El estado de todos ellos era
tan malo que los que estaban en Bizkaia no entrarían en combate hasta el
día 2 de mayo de 1937 siguiendo el eje de la carretera entre Euba y
Durango, donde intervinieron un total de cinco. Como sea que existe una
fotografía en la que se les ve sometidos a reparaciones en un taller de
la Constructora Naval de Sestao, estamos seguros de que las reparaciones
de mayor importancia se llevaron a cabo allí, lo que resulta mucho más
lógico dada la gran experiencia que se tenía en la fabricación de
blindados. A partir de entonces, los Renault FT-17 perdieron
protagonismo en la campaña vasca en favor de los BA-6, FA-I y
Trubia-Naval. Los nueve se retiraron por sus propios medios de Bedia a
Bilbao y de Bilbao a Carranza al hundirse el frente, por lo que
sufrieron numerosas averías, ya que la unidad no disponía de plataformas
para su traslado por carretera. Tampoco tenían grúas, ni camiones
cisterna y los dos vehículos-taller con los que vinieron desde Polonia
no pudieron usarse como tales por “anticuados y defectuosos”. A primeros
de agosto de 1937 aún se encontraban en reparación en Los Corrales de
Buelna.
A
pesar de que el camión lleva matrícula de Bilbao, la foto está tomada
en Posada de Llanes y se trata de un vehículo rebelde, pero nos permite
imaginar la gran dificultad de trasladar estos ingenios por carretera
sin medios adecuados, como sucedió al final de las campañas de Bizkaia y
Santander (Biblioteca Nacional).
Tras la
pérdida de Bilbao, en el verano de 1937 se produce una estabilización
del frente que permitió reorganizar el regimiento de carros hasta
convertirlo en la gran unidad que fue, asignando el general Mariano
Gámir Ullibarri —que había sustituido a Llano de la Encomienda en el
mando del Ejército del Norte- a su propio ayudante, el teniente coronel
Fantova (un veterano jefe de medios acorazados), como inspector,
mientras que su mando recayó sobre el mayor Alfredo Samaniego Terrazas.
Del batallón de tanques Renault FT-17 se encargó un duro del aparato del
PCE, Valeriano Marquina Merino, que fuese jefe de Estado Mayor de Juan
Ibarrola durante las aciagas jornadas de lucha en el Saibigain y puerto
de Urkiola. Un buen modo de resarcir a un hombre al que habían traído de
Madrid con la promesa de hacerse cargo del mando de una brigada y que
no tenía ni idea del uso de tanques y tampoco era militar profesional.
Los
carros republicanos desfilan por Santander el 18 de julio de 1937. Una
FA-I encabeza la parada seguida por sendas BA-6, tres Trubia-Naval, dos
blindados de fortuna y finalmente unos pocos Renault FT-17 (Archivo
General Militar de Ávila).
El 18 de
julio se organizó en Santander un desfile multitudinario para conmemorar
la efeméride del comienzo de la Guerra Civil Española, acto que no
tenía más intención que elevar la moral en una ciudad atestada de
refugiados y más aislada que nunca, con el enemigo a punto de llamar a
su puerta. Las imágenes nos muestran un paseo de Pereda a la altura de
Puerto Chico lleno de gente. Ese día correspondió a los hombres de la
50ª División de Juan Ibarrola desfilar ante la tribuna de autoridades
con todo el Estado Mayor del Ejército del Norte y su jefe, el general
Gámir, a la cabeza. La anécdota la protagonizaron los gudaris del
batallón Padura, que vocearon al unísono un sonoro “Gora Euzkadi
Azkatuta!”, haciendo caso omiso de las consignas recibidas de gritar un
viva a la República, con el consiguiente disgusto de la cúpula militar y
política. También participó en el desfile una representación de todo el
material blindado que tenían los gubernamentales, incluyendo a los
Renault.
Vista
del balneario de Corconte hacia 1930. Los Renault y los Trubia-Naval
partieron de este punto para enfrentarse a los blindados italianos el
día 14 de agosto de 1937
(http://fotos.campoo.es/picture.php?/2656/category/24)
Fantova dedicó a la inspección del regimiento en Los Corrales de Buelna cinco mañanas —del
20 al 24 de julio de 1927-, durante las cuales revistó plantillas,
material, actuaciones, talleres, armamento y municiones y realizó
ejercicios tácticos y de tiro, constatando la gran moral de las
tripulaciones allí presentes, pero no opinaba lo mismo de las que
estaban desplazadas en los frentes, de las que dijo que estaban
entregadas “a la molicie”. Sin negar la mayor, es muy posible que
hablase de oídas, pues no no consta que se desplazase a los frentes para
inspeccionar a los diferentes destacamentos allí destacados, ya que
Gámir tenía prisa. No era para menos, ya que apenas quedaban un par de
semanas para que los rebeldes empezasen su ofensiva contra la capital de
La Montaña. En ese momento, los carros Renault estaban distribuidos de
la siguiente manera. Santander: 19 (incluyendo los nueve retirados del
frente vasco) en Los Corrales de Buelna, 10 en Mataporquera y cinco en
Laredo; Asturias: 13 + 1 perdido en Ventanielles. Del extenso informe de
Fantova, que terminaba sugiriendo la adopción de una decena de medidas,
parece que solo dio tiempo a reorganizar toda la unidad de cara a la
batalla que se avecinaba, incluyendo la incorporación a su organigrama
de la decena de Trubia-Naval que estaban en poder de los vascos. Así,
los diferentes destacamentos quedarían formados por blindados de
diferentes tipos, que se concentraron en el frente cántabro para impedir
la progresión de las columnas rebeldes por los puertos de montaña:
Mataporquera: 25 Renault (aparece anotado un 15), 5 carros (BA-6 y FA-I), 5 Trubia.
La Población: 15 Renault, 5 Trubia, 5 carros (BA-6 y FA-I).
San Pedro de Romeral: 5 Renault, 5 carros (BA-6 y FA-I) (4).
El día 14
de agosto de 1937 comenzó la ofensiva rebelde y se produjo un combate de
medios acorazados cuando 40 Fiat y Lancia italianos progresaron por la
llanada de la Virga, una maniobra que podía dejar totalmente embolsadas a
las fuerzas que estaban en Mataporquera. El enfrentamiento con los
blindados republicanos destacados en La Población sucedió por delante de
Corconte y se resolvió en tablas, a pesar de que se perdieron al menos
dos BA-6 y un FA-I. El número de carros empleados en esta acción por
ambas partes no tendría parangón en toda la campaña del norte, y aún así
no se pudo detener el avance de las tropas italianas hacia el puerto
del Escudo (5). Por su parte, los que había en Mataporquera pudieron
escapar del copo con un golpe de audacia, como señala el propio jefe de
Estado Mayor de Gámir, Ángel Lamas Arroyo, cuando se encontraron de
camino a Reinosa con una columna rebelde que avanzaba por carretera, a
la que engañaron haciéndose pasar por tanques propios (6). Santander
cayó el 26 de agosto y a pesar de la pérdida de cierto número de
blindados, una parte significativa del personal del regimiento de carros
del norte consiguió llegar a Asturias, pero esa es historia que habrá
que tratar otro día, ya que excede las posibilidades de este artículo.
Carros Renault FT–17 y Trubia-Naval abandonados en algún lugar de la provincia de Santander (ebay) .
(1)
Informe que como resultado de la revista de inspección pasada al
regimiento de carros de combate y en virtud de la orden del Excmo. Sr.
general jefe del Ejército del Norte del 18 de julio de 1937, formula a
dicha autoridad el teniente coronel que suscribe. Documento del Archivo
Histórico del PCE citado en “Seis días de guerra en el norte de
Álava–comienza la ofensiva de Mola (31 de marzo–5 de abril de 1937)” en
Saibigain n.º 6 (2018) . Pp. 54-63.
(2)
Howson, Gerald. (2000). Armas para España. La historia no contada de la
Guerra Civil Española. Barcelona: Ediciones Península. Pp. 153-155 y
370.
(3)
Síntesis de información del Estado Mayor del Ejército del Norte.
Documento fechado el 8 de marzo de 1937 (Fondo Estrada Manchón, CDMH,
cortesía de Germán Ruiz Llano).
(4) Nota sin fecha del Archivo del PCE.
(5)
Artemio Mortera. (2007). Los medios blindados en la Guerra Civil
Española. Teatro de operaciones del Norte (36-37).Valladolid: AF
Editores. Pp. 118-122.
(6) Ángel Lamas Arroyo. (1972). Unos... y... otros. Barcelona: Luis de Caralt Editor. P. 557.
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