Juan Ramón de Iturriza y Zabala, el papelero de Bizkaia

HISTORIAS DE LOS VASCOS un personaje especial

Juan Ramón de Iturriza y Zabala, el papelero de Bizkaia

DEIA Jon Irazabal Agirre - Sábado, 17 de Marzo de 2012 -
Vista general de Berriz, pueblo natal de Iturriza
Vista general de Berriz, pueblo natal de Iturriza (Gerediaga Elkartea)

Durango. Corría el año de 1738 cuando Philipe de Iturriza y su mujer, Cathalina Garate Zabala Arta Etxebarria, se asentaron en la anteiglesia de Berriz. Felipe habían obtenido la plaza de maestro de primeras letras. A ambos se les señala como naturales de Ziortza, donde habían contraído matrimonio el año anterior.
Este año de 1738 nació en Berriz el primero de los hijos del matrimonio, Bizenta de Iturriza, hermana mayor del futuro historiador y a la cual permaneció muy vinculado a lo largo de su vida. Fue tres años más tarde, el 29 de abril de 1741, a las ocho de la tarde, cuando nació en el barrio Olakueta de Berriz, quizás en la casa hospital que el ayuntamiento de dicha anteiglesia tenía en la citada barriada, Juan Ramón de Iturriza y Zabala.
El oficio del padre hizo que la familia tuviera una residencia bastante itinerante y en 1744 se trasladaron nuevamente a Ziortza al conseguir la plaza de maestro de primeras letras de dicha localidad. Este año nació su otro hermano Tomás Luis.
Juan Ramón aprendió de su padre las primeras letras y en 1755, con 14 años, empezó a trabajar de amanuense en Aulesti, en casa de Juan de Ansotegui, escribano real y de número de la Merindad de Busturia. En noviembre de dicho año de 1755 se trasladó a Urduña donde trabajó también de amanuense en casa de Juan Antonio Ximénez Bretón, comisionista de la aduana, y, posteriormente, con Francisco de Zamitiz. En enero de 1759 regresó a casa de sus padres en Ziortza de donde partió en el mes de marzo para Cádiz con una carta de recomendación de María Francisca de Jesús Andikona-goitia, monja del convento de Santa Susana de Durango. En Cádiz se empleó al servicio de Tomás García, "de nación gallego".
El día de San Pedro de 1760, con 19 años, partió como ayudante del citado Tomás García para México desembarcando en Veracruz. En México trabajó en el pueblo de Xapala al servicio del mencionado comerciante hasta 1763, año en el que se dirigió a la ciudad de México, donde residía su tío Gabriel de Zabala, hijo del caserío Larramendi de Bolibar. En la capital azteca, trabajó en una panadería propiedad de su tío y también por su cuenta, pero el mundo de los negocios no le sonrió. En semana santa de 1768 falleció su tío, en el transcurso de unos ejercicios espirituales que estaba desarrollando en el convento de los Mercedarios Recoletos de los Huertos. A su muerte fueron los frailes los que heredaron la pequeña fortuna de Gabriel, mientras su sobrino solo recibió "una chupa vieja de tisú, que vendió en el baratillo de México por 8 pesos". Iturriza liquidó los negocios que le unían a aquellas tierras, donde en 1766 había publicado un libro religioso titulado "Lucero espiritual", y en julio de 1768 partió para Veracruz.
En noviembre de 1768 embarcó camino de Cádiz a donde arribó, tras una corta estancia en La Habana, en febrero de 1769. El 6 de abril de 1769 llegó al domicilio familiar en Ziortza donde su padre aún ejercía de maestro. Su hermana Bizenta mantenía noviazgo con Francisco Zuzaeta Amesti, natural de Gerrikaitz, pero carecían de posibles para casarse dado que los mismos los habían destinado a lograr el título de cirujano que recientemente había obtenido Francisco. Visto el interés de los novios en contraer matrimonio los dotó y se casaron en el mes de mayo de dicho año. Francisco residía según la fogueración de 1796 en la casa Ola-alde de Arbatzegi. Fiel a un profundo sentimiento religioso, que le acompañó toda su vida, este año de 1769, Iturriza intentó ingresar en el convento mercedario de Burtzeña, Barakaldo, donde no fue admitido, porque en aquellos tiempos tenían orden los religiosos de no admitir nuevos novicios. Con igual fin se trasladó en abril de 1771 a Madrid, para entrar en el convento de San Felipe el Real, con idéntico resultado.
En una fecha no determinada de 1770 o 1771 falleció su madre Cathalina Garate Zabala y su padre, en febrero de 1772 con 64 años, contrajo nuevas nupcias en Bolibar con Clara Astigarraga Sarasua, de Munitibar. Juan Ramón no cejó en su afán religioso y tras los esponsales de su padre, en octubre de 1772, peregrinó desde Bolibar a pie hasta el Pilar de Zaragoza. A primero de julio de 1773, dirigió sus pasos a Santiago de Compostela. Sin embargo, lastimados los pies, tuvo que embarcar en Santander para llegar a El Ferrol, desde donde reinició la caminata hasta Santiago de Compostela. Tras cumplir con el apóstol, regresó a su domicilio familiar también a pie llegando el 15 de agosto para la fiesta de la Virgen de Ziortza. En 1774, después de haber escrito un devocionario titulado El manual del cristiano, parte de nuevo a pie, esta vez a Iruñea, en busca de la licencia para su impresión. Lograda la misma hizo una tirada de mil ejemplares en la casa de Benito de Coscojuela. Hoy día la biblioteca del Parlamento Vasco conserva uno de los pocos ejemplares conocidos.
El 15 de mayo de 1775 partió hacia Roma en compañía de Juan de Zarrabe y Domeca de Cereinza. Juan y Domeca pretendían casarse, pero siendo como eran primos necesitaban de la dispensa papal y, animados por Iturriza, en lugar de esperar a la licencia en Ziortza optaron por partir hacia Roma para gestionar allí la misma. En abril, antes de la salida, Juan Ramón redactó su testamento donde, entre otros beneficiarios, incluyó a su sobrina Josefa Ignacia de Zuzaeta, nacida en febrero de dicho año, y a su madrastra Clara Astigarraga.
El trío recorrió a pie el primer trayecto del camino, desde Bolibar hasta el Mediterráneo pasando por Baiona, Pau, Tarbes, Tolosa hasta Cette, donde embarcaron hasta Marsella. Desde allí, otro barco los llevó hasta Civitavecchia, puerto de los Estados Pontifícios, donde retomaron el camino para llegar a Roma. Tras una estancia de 22 días en la Ciudad Eterna, donde visitó 125 iglesias y recibió "la comida grandiosa y los 3 regalos en la mesa del Papa en el palacio de Vaticano", se separó de los novios en Roma donde quedaron despachando su dispensa, e inició su regreso. En Civitavecchia embarcó hacia tierras catalanas, donde tocó tierra en Barcelona el 8 de agosto de 1775, no antes de pasar por Córcega, Genova, islas Hieres etc. Desde Barcelona partió hacia Bolibar, aprovechando el viaje para visitar Montserrat.
un gran investigador Dos años mas tarde, en 1777, y posiblemente por motivos económicos, se inició en la organización de "archivos y papeleras", denominando archivos a los municipales o eclesiásticos y papeleras a los de índole privado. Este acercamiento a la documentación generó en él un interés por conocer y profundizar en el pasado de su tierra vizcaina. Su curiosidad le llevó a copiar y extractar las noticias más interesantes o curiosas que leía en los protocolos, con los cuales formó un compendio de 12 volúmenes conocido como Antigüedades de Vizcaya del cual hoy día se conocen en torno a 6 de ellos. En estas Antigüedades acumuló los más dispares dibujos y noticias históricas, arquitectónicas, etnográfica etc. que aún hoy día constituye una fuente, si no desconocida sí, cuasi inédita de datos y referencias de alto interés para los investigadores del pasado vizcaino.
Es de pensar que Juan Ramón Iturriza compaginó sus trabajos en organización de archivos con otros oficios. Su costumbre de firmar las copias de sus manuscritos con el nombre de la localidad en el que desarrolló el trabajo y el año, nos muestra su periplo por los diferentes pueblos en los que residió. A finales de los años 70 e inicios de los 80 del siglo XVIII firmaba sus trabajos en Bolibar. En 1784 se hallaba residiendo con su padre Felipe y su madrastra Clara en Berriz, donde era el maestro de primeras letras de dicha anteiglesia, según muestra el recibo que se conserva en el archivo municipal. En esta anteiglesia firmó en 1785 la copia de la historia de Bizkaia que conserva la Fundación Sancho el Sabio de Gasteiz, así como la que custodia la Diputación Foral de Bizkaia. En noviembre de este año falleció y recibió sepultura en Berriz su madrastra Clara. Al año siguiente de 1786 firmó, también en Berriz, la copia de la historia que vendió a la Real Academia de la Historia de Madrid, copia que se usaría para la primera edición de esta obra. La edición tuvo lugar en Barcelona en 1884 y tuvo como impulsor al padre jesuita Fidel Fita. El mismo 1786 dejó su Berriz natal, donde le sustituyó en el cargo de maestro el cura Juan de Luzar y Urigüen, y se trasladó junto con su padre a casa de su hermana Bizenta en Munitibar. El 5 de septiembre falleció en Munitibar su padre Philipe Iturriza Luzar a los 78 años de edad.
Todo induce a pensar que Juan Ramón estableció su domicilio en Munitibar desde donde continuó organizando archivos y "papeleras" en Gernika, Bilbao, Somorrostro, Lekeitio etc., firmando nuevas copias "revisadas y ampliadas" de su "Historia de Vizcaya", manteniendo correspondencia con diversas personalidades como el geógrafo y cartógrafo Tomás López a quien suministró información referente a Bizkaia.
Fue en esta localidad, Munitibar, donde falleció por enfermedad "a la media noche del 10 de septiembre de 1812" y el mismo día por la tarde "a disposición del físico fue enterrado su cuerpo en esta parroquia por mandato de las tropas españolas, que prohibió enterrase alguno en el campo, hasta que hubiese otra disposición del gobierno español". Posiblemente murió en "Ola-alde", casa de su hermana Bizenta, edificio que actualmente es la casa consistorial. Su cuñado Francisco falleció al año siguiente y su hermana en 1815.
Juan Ramón Iturriza a lo largo de 31 años, según la memoria que redactó él mismo y que se conserva en el archivo-biblioteca de la Casa Mugartegui de Marquina, trabajó en la organización de por lo menos 46 archivos. Su trabajo lo desarrolló a todo lo largo y ancho de la geografía vizcaína, destacando en esa labor la "papelera" de Don Joseph María de Murga y de la Barrera, vecino de Bilbao, en la que compuso con la documentación 51 volúmenes de escrituras y 2 de índices. En total, Iturriza redactó 46 volúmenes de índices en cada una de las cuales apuntó las referencias de los documentos que agrupó en los 973 volúmenes que generó con la documentación catalogada.
De su obra Historia de Vizcaya hizo 28 copias de su propia mano, en las cuales, a semejanza de las actuales ediciones "revisadas, corregidas y aumentadas", a medida que hacía nuevas copias rectificaba errores e insertaba nuevos datos e informaciones. A modo de libro su historia vio la luz por primera vez en Barcelona en 1884 como el tomo XLVIII de la colección La verdadera ciencia española de la Biblioteca económica editada bajo el patrocinio de José Oriol. Para ello se hizo uso del manuscrito conservado en la Real Academia de la Historia al que se le dotó de un prólogo del padre Fidel Fita. Al año siguiente, 1885, se editó en Bilbao la obra de Iturriza ampliada con aportaciones referentes a lo sucedido entre 1787 y 1885 redactado por Manuel de Azcarraga y Regil. Tras la guerra civil, en 1938, la Diputación de Bizkaia hizo una nueva edición de la Historia general de Vizcaya y epítome de las Encartaciones, en base al manuscrito vigésimo quinto que Iturriza había escrito en Munitibar en 1793 y que se conserva en la Biblioteca de la Diputación. Esta edición, con notas de Ángel Rodríguez y Herrero se preparó para su publicación en 1936, pero el estallido de la guerra civil la pospuso hasta 1938. Con posterioridad se han publicado otras reediciones a las reseñadas.
Iturriza no fue un jauntxo local seudo ilustrado con pretensiones de dar abolengo a su linaje. Fue un curioso personaje que, tras una juventud en la que conoció a raíz de sus periplos laborales y religiosos amplias zonas de la Península Ibérica, México, Francia e Italia, se enfrascó casi de por vida en profundizar, conocer y divulgar el pasado de su tierra más cercana, el pasado de su propio mundo diario. Para muchos como historiador es un elemento arcaico para su tiempo, época en la que se estaban asentando las nuevas metodologías del análisis historiográfico. Fue un raris avis que, aun cuando en sus escritos introduce elementos de leyenda, como la fabulosa fundación de Etxaburutorre (Izurtza) en los tiempos del emperador Antonino Pío, utilizó pruebas documentales a la hora de referirse a otros hechos históricos como propugnaban los historiadores más avanzados del momento.
Un gran personaje de quien desconocemos más de lo que conocemos y que ha de ser reivindicado y recuperado sin prejuicios, conscientes de que en muchos momentos fue prisionero de sus creencias religiosas. Como muestra, en sus Antigüedades de Vizcaya, conservados en los carmelitas de Markina, recoge referencias a los bailes que ejecutaban las mozas de Durango en las fiestas de Sta. Mª y Sta. Ana. A la hora de redactar su Historia de Vizcaya no citó las mismas pero al narrar los bailes vizcainos las llama bobas, por las inmoralidades que toleraban a la hora de bailar la soka dantza donde recibían culadas y otras acciones deshonestas por parte de los danzantes masculinos.
Todo un personaje singular empeñado en recuperar el pasado en una época de cambio político, económico y social, del que ahora se cumple el bicentenario de su muerte.
Arrotz giza munduko herriak ezagutu zituen eta seme bezala bere herriko sustraietan murgildu zen gizona.

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