Los cuatro ‘Gernikas’ de Castellò
historias de los vascos
DEIA
Un documental arrojará luz sobre el desconocido experimento de la Legión Cóndor nazi en el Alto Maestrazgo que arrojó bombas de 500 kilos con aviones Stuka contra poblaciones inocentes e indefensas
Abocàsser, poco después de los bombardeos. (Foto: Estampas de la Guerra. Album n.4 De Aragon al Mar Editorial Nacional) |
Último día de marzo de 1937: Elorrio, Otxandio y Durango son ciudades abiertas y habitadas por inocentes, escenario elegido por el militar golpista Mola, Franco y Vigón para que la Legión Cóndor de Hitler experimente el terror y consecuencias de los bombardeos aéreos en Europa, en estos casos ejecutados por la aviación italiana de Mussolini. A raíz de esos ataques, quedó para la memoria local la amenaza del cubano: “Amigo gerniqués cuando veas las barbas de tu amigo durangués cortar, pon las tuyas a remojar”, avisó Mola.
Y así fue, el 26 de abril, eran Gernika-Lumo y Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz los núcleos habitados que volvían a sufrir las pruebas nazis esta vez perpetradas por la propia Legión Condor con apoyo de la aviación fascista italiana. Según un estudio de Xabier Irujo fueron más de 600 operaciones de bombardeo las que sufrió la población civil en alrededor de 200 localidades atacadas a cielo abierto, donde se certifica que fueron asesinadas más de 10.000 personas.
Sabido esto, hace pocos años se ha conocido que en cuatro pueblos del Alto Maestrazgo de Castellò, Franco y Hitler también hicieron un experimento más: el de las bombas en picado de 500 kilos de los aviones Stuka (Junker 87A). Alrededor de un cuarentena de personas fueron asesinadas en Benassal, Albocàsser, Ares y Vilar de Canes, localidades, la mayoría hoy gobernadas por el Partido Popular.
Fue el docente universitario en Valencia Óscar Vives, natural de Benassal, el primero en preguntarse por qué Franco decidió que el banco de pruebas de esos fatales bombardeos se llevara a cabo sobre población civil, lejana al frente. DEIA ha hablado con él: “En los pueblos se conocía, se recordaba, que se había bombardeado estos pueblos, pero no por qué”, analiza quien dio con la razón leyendo el libro ‘La Guerra Civil española’ de Antony Beevor, publicado en 2010. “Allí citaba mi pueblo Benassal y que había habido un bombardeo para probar las bombas de 500 kilos”.
A partir de ese dato, el propio Vives, de un grupo memorialista local, pone rumbo a el archivo militar de Freiburg, el Bundesarchiv-Militärarchiv, y localiza un informe de 67 páginas con 66 fotografías de antes, durante y después de los bombardeos. De hecho, el profesor volvió hace breves fechas a la ciudad germana. Como curiosidad, “me llamaron del Museo de Gernika para si localizaba algo sobre el bombardeo de allí, pero ya les dije que en Friburgo solo hay a partir de 1938”, comenta.
A raíz de su descubrimiento, se puso en marcha una exposición con las fotografías aéreas anteriores a los bombardeos, donde se puede observar cómo la Legión Cóndor fija los objetivos para el lanzamiento de la bomba; panorámicas aéreas de la destrucción, y otras imágenes en las que se puede observar los destrozos que hicieron. “Según un testigo, los alemanes volvieron en junio del 38 a hacer fotos sobre el terreno y le aseguraron a este hombre que en el experimento habían quedado descontentos, pensaban que los cráteres de destrucción iban a ser mayores”, trasmite Vives, quien explica que la misión de los alemanes era ganar precisión, fijar el impacto en un área de menos de cinco metros cuadrados.
El documental ‘Experimento Stuka’ que se está ultimando arrojará luz a tal denunciable ataque. Hay datos que estremecen de aquellos bombardeos. Así, por ejemplo, una familia convivió con una metralla “del tamaño de una teja” que extirparon a una chica de 20 años que murió. Otro caso es el de un alcalde carlista que estaba retenido por los republicanos y que tuvo noticia de que una bomba cayó en su casa y mató a sus tres hijas y que, por suerte, su esposa herida salió viva. Nunca quiso reconocer que aquello lo hicieron los suyos.
Tanto el documental como una exposición seguirán haciendo justicia a la historia de los cuatro pueblos inocentes que no contaban ni con carreteras, tan solo de burros. Y quién sabe si algún día recalarán en Euskadi. “No nos importaría llevarla a Gernika, por ejemplo”, concluye Óscar Vives. En mayo, se cumplirán 78 años de la tragedia.
Y así fue, el 26 de abril, eran Gernika-Lumo y Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz los núcleos habitados que volvían a sufrir las pruebas nazis esta vez perpetradas por la propia Legión Condor con apoyo de la aviación fascista italiana. Según un estudio de Xabier Irujo fueron más de 600 operaciones de bombardeo las que sufrió la población civil en alrededor de 200 localidades atacadas a cielo abierto, donde se certifica que fueron asesinadas más de 10.000 personas.
Sabido esto, hace pocos años se ha conocido que en cuatro pueblos del Alto Maestrazgo de Castellò, Franco y Hitler también hicieron un experimento más: el de las bombas en picado de 500 kilos de los aviones Stuka (Junker 87A). Alrededor de un cuarentena de personas fueron asesinadas en Benassal, Albocàsser, Ares y Vilar de Canes, localidades, la mayoría hoy gobernadas por el Partido Popular.
Fue el docente universitario en Valencia Óscar Vives, natural de Benassal, el primero en preguntarse por qué Franco decidió que el banco de pruebas de esos fatales bombardeos se llevara a cabo sobre población civil, lejana al frente. DEIA ha hablado con él: “En los pueblos se conocía, se recordaba, que se había bombardeado estos pueblos, pero no por qué”, analiza quien dio con la razón leyendo el libro ‘La Guerra Civil española’ de Antony Beevor, publicado en 2010. “Allí citaba mi pueblo Benassal y que había habido un bombardeo para probar las bombas de 500 kilos”.
A partir de ese dato, el propio Vives, de un grupo memorialista local, pone rumbo a el archivo militar de Freiburg, el Bundesarchiv-Militärarchiv, y localiza un informe de 67 páginas con 66 fotografías de antes, durante y después de los bombardeos. De hecho, el profesor volvió hace breves fechas a la ciudad germana. Como curiosidad, “me llamaron del Museo de Gernika para si localizaba algo sobre el bombardeo de allí, pero ya les dije que en Friburgo solo hay a partir de 1938”, comenta.
A raíz de su descubrimiento, se puso en marcha una exposición con las fotografías aéreas anteriores a los bombardeos, donde se puede observar cómo la Legión Cóndor fija los objetivos para el lanzamiento de la bomba; panorámicas aéreas de la destrucción, y otras imágenes en las que se puede observar los destrozos que hicieron. “Según un testigo, los alemanes volvieron en junio del 38 a hacer fotos sobre el terreno y le aseguraron a este hombre que en el experimento habían quedado descontentos, pensaban que los cráteres de destrucción iban a ser mayores”, trasmite Vives, quien explica que la misión de los alemanes era ganar precisión, fijar el impacto en un área de menos de cinco metros cuadrados.
El documental ‘Experimento Stuka’ que se está ultimando arrojará luz a tal denunciable ataque. Hay datos que estremecen de aquellos bombardeos. Así, por ejemplo, una familia convivió con una metralla “del tamaño de una teja” que extirparon a una chica de 20 años que murió. Otro caso es el de un alcalde carlista que estaba retenido por los republicanos y que tuvo noticia de que una bomba cayó en su casa y mató a sus tres hijas y que, por suerte, su esposa herida salió viva. Nunca quiso reconocer que aquello lo hicieron los suyos.
Tanto el documental como una exposición seguirán haciendo justicia a la historia de los cuatro pueblos inocentes que no contaban ni con carreteras, tan solo de burros. Y quién sabe si algún día recalarán en Euskadi. “No nos importaría llevarla a Gernika, por ejemplo”, concluye Óscar Vives. En mayo, se cumplirán 78 años de la tragedia.
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