Importantes hallazgos en la iglesia de Andra Mari de Galdakao construida al lado del Camino de Santiago por la costa


Xabier ORUE-ETXEBARRIA
Joseba ARTARAZ
Estibaliz APELLANIZ
Kepa LIZARRAGA


Introducción

Como consecuencia de una detallada y prolongada investigación relacionada con la Iglesia románica de Andra Mari, hemos obtenido unos resultados muy interesantes sobre aspectos que habían pasado desapercibidos o que no habían sido suficientemente analizados por otros especialistas que han trabajado en este conocido templo de Galdakao (Vázquez, 1909; López del Vallado s/f; Gaya Nuño, 1944; Barrio Loza, 1979; López Domenech, 1985; Barañano y González de Durana, 1983; Plazaola, 2002, entre otros).
En primer lugar, consideramos necesario resaltar que, para intentar entender la existencia de la iglesia de Andra Mari y su localización en la ladera sur de la sierra de Ganguren, sería conveniente reflexionar acerca de la situación estratégica de Galdakao. Es probable que del mismo modo que en la actualidad, también en el pasado, el espacio que hoy ocupa esta anteiglesia se encontrara en una zona en la que confluían caminos muy importantes. Esta consideración está basada, en parte, en la conveniencia e interés de unir la Llanada Alavesa y la vía romana que discurría por ella con algunos puertos de la Vasconia atlántica, entre los que se podrían destacar el de Bilbao y el de Bermeo. Dentro de este planteamiento, Galdakao se encontraba muy bien situado en el trayecto hacia uno de ellos, el de Bilbao.
Fragmento del documento de 1193 en el que se cita a la iglesia de Aldacanos

Fig. 1.- Fragmento del documento de 1193 en el que se cita a la iglesia de Aldacanos.

El atractivo de estos dos puertos desde épocas pasadas pudo estar basado, no solamente en el hecho de encontrarse en dos rías muy importantes y seguras para las embarcaciones, sino, sobre todo, en que ambas estaban próximas a numerosos y muy ricos yacimientos de mineral de hierro, lo que condicionó que, al menos desde época romana, pudiera existir un comercio del hierro, en bruto o elaborado, muy importante, a través de esas rías. No hay que olvidar que durante mucho tiempo ambos fueron los puertos más destacados de la costa vizcaína, inicialmente Bermeo y posteriormente Bilbao, ya que como consecuencia de la concesión de su carta-puebla, en 1310, por María Díaz de Haro, “en la que se dispone el paso obligado por la villa del tráfico comercial entre Orduña y Bermeo”, el puerto bilbaíno fue adquiriendo un mayor protagonismo hasta desbancar al anterior.
El otro factor que pudo influir de un modo decisivo, en nuestra opinión, en el establecimiento de la Iglesia de Andra Mari en el lugar actual, fue la existencia de un antiguo camino próximo a la costa (Orue-Etxebarria et al., 2015; 2016) que desde Irún se dirigía a Galicia, una de las rutas que fue utilizada por los peregrinos que acudían a Santiago y que pasaba por los términos del actual Galdakao.

Vano superior, en el muro de poniente, actualmente tapiado, visto desde el interior
Fig. 3.- Imagen de la parte interna del muro del transepto derecho, en la que se puede observar el contacto entre la iglesia del s. XIII (a la derecha), construida en sillería y la del XVI (a la izquierda), de sillarejo.
Como ya indicábamos anteriormente, la zona en la que se encuentra Galdakao pudo ser una zona de confluencia de caminos desde épocas muy antiguas y para apoyar esta hipótesis nos basamos en datos muy interesantes que podrían explicar la existencia de varios de ellos. Dichos datos se refieren a la distribución de caserías antiguas, la localización de villas, casas torre, herrerías/ferrerías hidráulicas, puentes, etc., así como a la existencia de topónimos antiguos y al conocimiento y hallazgo de nuevos restos, tanto de época romana como anteriores. El análisis de la toponimia es muy importante ya que, como manifiestan muchos especialistas, gracias a su estudio se puede llegar a tener conocimiento de aquellas épocas de las que carecemos de otro tipo de documentos.
Respecto a los topónimos considerados, tenemos que decir que lo único que hemos hecho ha sido recoger la opinión de los especialistas, a pesar de las discrepancias existentes, en algunos casos, entre ellos. Hemos tenido en cuenta aquellos terminados en –ain-ano-ana, así como el término estarta/estrata, considerados de origen latino por la mayoría. También los que finalizan en –iz-ona-ño-ica-uri, sobre los que no hay acuerdo si son latinos o indoeuropeos y los sufijos –ico-ama-amo que han sido tratados como elementos prelatinos. De acuerdo con lo anterior creemos que se podrían citar tres o cuatro caminos antiguos que pasaron por Galdakao y que es probable que ya existieran en época romana e incluso antes.
Camino 1. Posible Vía romana. Entre todos ellos, parece que el más importante pudo ser el camino que iba cerca de la costa vasca. Solamente entre Gernika y Bilbao se han encontrado muchos restos romanos y datos, de los anteriormente citados, como para pensar en su existencia. Merece la pena destacar la abundancia de topónimos terminados en –ano encontrados en Galdakao (UgasanoAlacano y Chancano), así como la propia iglesia de Andra Mari que en un documento del siglo XII aparece citada como Albagano.
Imagen de la parte interna del muro del transepto derecho
Fig. 4.- Imagen de la parte exterior de la fachada norte con una puerta del s. XIII a la izquierda. La línea discontinua marca, aproximadamente, la zona de unión entre la iglesia del s. XIII (a la derecha) y la del XVI (a la izquierda).

Hay otro topónimo, en relación a caminos antiguos, que los especialistas consideran más importante y es el de estarta/estrata, nombre que recibían las vías romanas a partir del siglo IV. Este término se puede encontrar en varios lugares a lo largo de este camino, en Forua, Morga, Larrabetzu, Galdakao, Bilbao, etc. Por último, también aparecen otros posibles topónimos de época prerromana como Morga, Okoriko, Erkiniko/ErkinkoLeguizamon, Matico, Cantalojas, etc.
Además, hay muchos datos, varios de ellos en Galdakao, para suponer que este camino fuera utilizado por los peregrinos que se dirigían a Galicia. Esta ruta que pasaría cerca de la iglesia de Andra Mari, para dirigirse posteriormente por Etxebarri a Bilbao, podría corresponder a la denominada Vía Marítima de Agrippa. Recientemente Orue-Etxebarria et al. (2015) han dado a conocer la existencia de un tramo de esta posible Vía en la ladera de la sierra de Ganguren, entre Larrabetzu y Galdakao.
Imagen de la bóveda de la iglesia
Fig. 5.- Imagen de la bóveda de la iglesia en la que se puede observar en la clave (unión de los nervios), una cruz característica, considerada por algunos especialistas como la Cruz de Malta. 
Camino 2. Aunque también incluimos este camino, no está claro si antes de su conexión con la posible vía anterior, atravesaba el término del actual Galdakao o no. Esta segunda ruta partiría desde la Llanada Alavesa, desde la Vía Romana que iba de Burdeos a Astorga y pasaría por las villas de Legutiano y Ochandiano. De aquí seguiría hacia Urkiola, dirigiéndose al paso de Atxarte para bajar a Abadiano. Entre los datos que apoyan el paso por Atxarte antes de llegar a la villa de Durango, habría que citar topónimos como el de Larrano, entre Asuntze y Alluitz, así como la fortificación de Aitz Luceam (Aitz Txiki?), que tuvo tenentes navarros como Eneco de Oriz y Pedro Ladrón, entre otros, hasta finales del siglo XII y cuya principal función, en nuestra opinión, pudo ser la de proteger un camino importante.
En Abadiano, con ese sufijo tan característico, también aparecen cerca del camino restos romanos y otros topónimos como los del caserío estarta y el término Altamira, muy frecuente también entre Gernika y Bilbao (Orue-Etxebarria et al., 2016). El camino continuaría hacia la villa de Durango, en cuyos alrededores aparecen interesantes topónimos como Baquijano. Desde aquí, por la margen derecha del Ibaizabal se dirigiría próximo a Derandain hacia al barrio de Alacano, cerca de Etxano(se trata de un término muy antiguo ya que en un documento de 1082 ya aparece entre los confirmantes un “abbate domno Monnio de Egganno”). Esta ruta pasaría posteriormente no lejos de Derteano y se comunicaría después en Larrabetzu o Gumucio con la posible vía romana que atravesaría Galdacano para dirigirse a Bilbao.
Camino 3. Como en el caso anterior, partiría desde la Llanada Alavesa, para seguir posteriormente por Ubidea, Barazar, Zeanuri, Artea, Igorre, Lemoa, Bedia, Usansolo y Bekea, dirigiéndose al puente de Mercadillo (Orue-Etxebarria, 2015), para conectar en el Barrio de Bengoetxe (Galdakao) con el antiguo camino por la costa. Entre los datos más importantes a favor de este camino entre Zeanuri y Galdakao se podrían citar los restos romanos encontrados en la cueva de Arlanpe y las estelas de la ermita de San Pedro de Elorriaga, ambas en Lemoa.
Entre los topónimos más interesantes de este camino habría que citar varios del Valle de Arratia terminados en –ano como LamindanoAgirianoUbanoElezcanoArgiñano y otros que también han sido considerados de origen latino o anterior por los especialistas como los de ArrañoEreño y el propio Bedia según Yarza (2015), a los que habría que añadir el barrio de Utxarain. Hay que resaltar igualmente los de estrata en el barrio de Altzusta, esp/tarta en Artea, estarta en Usansolo y estarta/estrata en el puente de Mercadillo. Además, hay que citar también el término Altamira en Areatza.
Se trata de un camino del que, en lo que respecta al trazado de su tramo inferior, no había sido citado hasta ahora, aunque hay muchos datos que apoyan su existencia. De acuerdo con estos, se puede suponer que este camino no iría por la margen derecha del Ibaizabal, tal como ocurría con el Camino Real de época posterior, sino por la margen izquierda, como lo apoyan la distribución de caserías del s. XIV en Usansolo y la localización de varias casas torre como la de Tosubando, una torre muy antigua de Bedia, o las de Lekue, Oinquina, Urgoiti, Basozabal, Torrezabal y Zuazo, antes de acceder al puente de Mercadillo.
Camino 4. Por último, aunque tenga poco recorrido por Galdakao, hay que citar un camino que vendría de la meseta por Orduña y el valle del Nervión, para acceder a Bilbao a través de Arrigorriaga y Buia. Lo importante de este camino es que al llegar a Arrigorriaga se bifurcaría dirigiéndose una de las rutas hacia Zaratamo, siguiendo en parte el camino antiguo, para bajar después al puente de Mercadillo. La distribución de caserías antiguas del s. XIV en Zaratamo, el término Altamira, la ventana prerrománica de Burbustu, los restos romanos en la iglesia de Zaratamo, así como la existencia de topónimos como Lasa(n)o Larica(n)o podrían apoyar la existencia de este camino. Incluso hay algunos especialistas que consideran que el propio término Zaratamo podría ser celta (Gorostiaga, 1953; Meyer-Lübke, 1925; Albertos, 1970).
Otros caminos. Por último, podemos citar también dos Caminos Reales. Uno, del siglo XV/XVI, que unía las villas de Durango y Bilbao, pasando por barrios de Galdakao como Gumucio, Olabarri, donde ascendía para continuar a media ladera, no lejos de la iglesia de Andra Mari, hasta llegar al barrio de Egia —donde hubo una posada— continuando hasta Bilbao por Urreta y Bengoetxe (Basterretxea y Añíbarro, 2010). En el siglo XVIII se mejoró este camino y, en parte, se modificó su trazado, ya que desde Olabarri continuaba cerca del río, subía a Zabalea, para bajar a donde se encuentra ahora el Ayuntamiento de Galdakao y juntarse con el anterior en el barrio de Urreta. El otro, atravesaba el valle de Arratia y, a partir de Bedia, se dirigía por la margen derecha del Ibaizabal, para llegar al puente de Urgoitia, al lado de la ferrería del mismo nombre, y seguidamente unirse con el anterior.
Con la llegada de los musulmanes a la península en el siglo VIII, se desmoronó el reino visigodo de Toledo y ello originó, en relación a las circunstancias en las que quedaron las iglesias, que se pasara, poco a poco, a una nueva situación, de tal modo que las autoridades eclesiásticas fueron perdiendo el dominio de dichas iglesias que empezaron a ser controladas por los laicos, principalmente por los nobles y señores. Todo esto, acompañado de un nuevo sistema feudal, con una sociedad sometida a los abusos de aquellos, trajo consigo una degradación de las prácticas religiosas con numerosos casos de simonía, amancebamiento y corrupción dentro del clero, sobre todo en lo referente a la investidura de seglares. Hay que tener en cuenta que esta situación suponía que el señor o propietario de la iglesia tenía derecho a nombrar los clérigos, recibía una parte importante de los diezmos, rentas y derechos parroquiales y le proporcionaba, además, una gran autoridad moral, tanto ante los clérigos como ante los feligreses.
Durante algún tiempo (siglos IX, X y XI) las autoridades eclesiásticas admitieron, no de buen grado, el dominio de los laicos sobre las iglesias, hasta el punto de que incluso había iglesias catedrales en manos de estos señores (Gurruchaga, 1975). Posteriormente, descontento con esta situación, el papado decidió recuperar el control de las iglesias para corregir la moralidad y restablecer la disciplina entre los miembros de la misma. Es entonces cuando, en la segunda mitad del siglo XI, surge la denominada Reforma Gregoriana que se atribuye al papa Gregorio VII, por haber sido su máximo impulsor. Sin embargo, este no había sido más que un continuador de una iniciativa promovida por los papas alemanes en un intento de cambio de la situación reinante, con la finalidad de conseguir una sociedad con un modo de vida conforme al evangelio y para conceder al Pontífice la máxima autoridad de la iglesia.
Un preludio de estos cambios fue la reforma cluniacense, iniciada en Francia en el siglo X y posteriormente propagada por otros países europeos, que tenía, entre otros objetivos —además de intentar corregir los abusos y la corrupción en la vida eclesiástica— el de suprimir las iglesias propias, controladas por los señores laicos. Uno de los mayores impulsores de esta reforma fue el rey Sancho III el Mayor (Gurruchaga, 1975), que introdujo inicialmente dicha reforma en el Monasterio de San Juan de la Peña (Huesca).
Por lo que respecta a la situación política a lo largo de esta época, en el siglo X existieron dos poderosos reinos cristianos en el norte de la península, uno era el de León y el otro el de Pamplona, que empezaron a conquistar territorios a los musulmanes desplazándoles hacia el sur. El reino de Pamplona tuvo una gran relevancia a comienzos del siglo XI, con Sancho Garcés III el Mayor, y durante su reinado (1004-1035) tanto el territorio vizcaíno como el resto del País Vasco estuvo bajo su órbita. Este rey, que tuvo buena relación con San Odilón, Abad de Cluny, y que apoyó económicamente a esta Abadía, fue uno de los primeros en impulsar una política de centralización religiosa, donando no solo iglesias, sino también villas y otras posesiones a determinados monasterios como el de San Juan de la Peña, San Millán de la Cogolla, San Salvador de Leyre, etc., política que siguieron otros reyes tanto navarros —entre otros su hijo García III, que hizo numerosas donaciones al Monasterio de Santa María la Real de Nájera, incluyendo la iglesia de Santa María de Barrica en Bizkaia— como castellanos, es el caso de Alfonso VI, que también estableció relaciones con la Orden de Cluny.
A la muerte de Sancho III en 1035, uno de sus hijos, García Sánchez III el de Nájera, heredó el antiguo territorio del reino de Pamplona, incluyendo Bizkaia. En 1054 muere en la batalla de Atapuerca, peleando contra su hermano Fernando I de León, pero antes, en 1052, fundó el Monasterio de Santa María la Real de Nájera en el que fue enterrado, si bien la finalización del mismo fue posterior a su muerte.
Por lo que respecta a Bizkaia, hay un importante documento de 1051 en relación al litigio entre las autoridades eclesiásticas y los señores laicos dueños de las iglesias. En él —el rey García III el de Nájera, junto con el señor de Bizkaia Iñigo López, siendo Obispo en Álava don García— decreta “la ingenuación de las iglesias de Bizkaia y del Duranguesado, de todo poder señorial de los propietarios de las mismas, taxativamente de la facultad de nombrar el abad o párroco y del llamado derecho de jauría”. Uno de los más directamente perjudicados por este decreto fue don Iñigo, ya que le suponía una importante pérdida de instrumentos de acción política y de prestigio, y una gran disminución de los ingresos económicos (Gurruchaga, 1975). Este hecho quizás pudo tener alguna influencia en la decisión tomada por el Señor de Bizkaia en 1076, al pasarse al bando castellano.
A este rey le sucede su hijo Sancho Garcés IV de Pamplona, conocido como Sancho el de Peñalén. La política llevada por este último con los musulmanes, en la frontera meridional, supuso una pérdida importante de los beneficios que obtenía la nobleza navarra con los saqueos de tierras controladas por los musulmanes. Si a todo ello le añadimos el malestar creado por algunas decisiones tomadas por este monarca en cuanto el reparto de tenencias y su carácter impulsivo, y en ocasiones violento, su modo de proceder pudo dar lugar a una disidencia interna por parte de varios nobles navarros, según un documento de Leire de 1061. Es probable que la connivencia de estos nobles con sus hermanos Ramón y Ermenesinda, que querían sucederle en el trono, favorecido, además, por los intereses castellanos y aragoneses, culminara con el asesinato en 1076 de Sancho Garcés IV en Peñalén (Pescador, 1999), en una partida de caza cerca de Funes, tras ser arrojado al vacío desde un monte.
Como consecuencia de este regicidio y la subsiguiente crisis desatada en el reino de Pamplona, se reparten sus dominios entre Sancho Ramírez de Aragón (rey desde 1076 a 1094) y Alfonso VI de Castilla (1072-1109), apoderándose este último de Bizkaia, Araba, la mitad occidental de Gipuzkoa y La Rioja. Además, los diferentes nobles van tomando parte por uno u otro bando: unos se pasan a Castilla con Alfonso VI, mientras otros se decantan por el monarca aragonés. Parece que la entrada de Alfonso VI en los que fueron dominios riojanos del anterior reino de Pamplona fue bien aceptada por los nobles de la zona, entre otros por el Señor de Bizkaia, Íñigo López, uno de los mas influyentes (Santamaría, 2009), que hasta ese momento había sido tenente en Nájera con la monarquía pamplonesa. Para intentar entender este cambio, quizás habría que tener en cuenta el decreto de García el de Nájera de 1051 y el hecho de que el rey de Castilla prometiera, entre otras cosas, hacer que el “título” en Bizkaia fuera hereditario, a diferencia de la costumbre de los monarcas navarros de nombrar tenentes, que además podían variar de unas familias a otras, lo que pudo satisfacer a los Condes de Bizkaia para pasarse a Castilla y que tanto Íñigo López como su hijo Lope Íñiguez empezaran, a partir de entonces, a controlar plazas tan importantes como Álava, Alberite, Aoiz, Bilibio, Buradón, Guipúzkoa, Navascués y Vizcaya (Santamaría, 2009), y posteriormente Grañón, Haro y Nájera.
Imagen de la iglesia de Andra Mari con sus diferentes partes según la época de construcción
Fig. 8.- Imagen de la iglesia de Andra Mari con sus diferentes partes según la época de construcción de cada una de ellas y los siglos a los que pertenecen. 


En 1076, aprovechando el asesinato de Sancho García IV de Navarra en Peñalén, rey en Pamplona y Nájera, a manos de Ramón el fratricida (Canellas, 1979), Alfonso VI de Castilla ocupó La Rioja y se apoderó de Nájera. Posteriormente, en 1079, donó Santa María de Nájera a la Orden Cluniacense, cuya Abadía o Monasterio de Cluny fue fundada en el 909/10 por Guillermo I, Duque de Aquitania. De acuerdo con un Diploma de Alfonso VI, de fecha 3 de Septiembre de 1079, se hace donación de Santa María la Real de Nájera a San Hugo, abad de Cluny (Rodríguez de Lama, 1956). Según este Canónigo Archivero de Calahorra, “El patronato regio sobre Santa María debía ser de los sucesores de Don García el de Nájera, sin embargo, Alfonso VI lo enajena en favor de los cluniacenses, creyéndose legítimo soberano de Nájera, privando de él a la comunidad claustral que allí se había establecido. Este será el origen de los gravísimos pleitos que durante tantos años con variada suerte se llevaron entre los monjes de Nájera y los Obispos de Calahorra”. También resalta que, entre los firmantes del documento, no aparezca el Obispo de Calahorra, por lo que podría entenderse que la enajenación de Santa María a favor de los monjes de Cluny se hizo contra su voluntad.
Esta donación trajo consigo la expulsión del Obispo de Nájera-Calahorra y de los clérigos y monjes de Santa María y las protestas llegaron hasta el Papa Gregorio VII. Dicha entrega hizo que el Obispo de Calahorra empezara un pleito contra el monasterio, quejándose de la pérdida de un centro tan importante que, gracias al rey García III, llegó a tener un rico patrimonio, con dependencias en Asturias de Santillana, Burgos, País Vasco, La Rioja y Ubierna, diversos bienes y una gran riqueza en objetos preciosos de carácter litúrgico, incluyendo la décima parte de los ingresos de las parias que obtenía de los musulmanes. Este patrimonio fue enriquecido posteriormente por Alfonso VI y Alfonso VII. Después de numerosas sentencias, la mayor parte favorables al obispo de Calahorra, en el pleito entre este obispo electo y su Cabildo por una parte, y el Prior y otros monjes cluniacenses de Santa María de Nájera por otra, se da la razón a Calahorra.
El 8 de Octubre de 1222 ambos litigantes pactaron un compromiso, acordando someterse al arbitraje de D. Mauricio Obispo de Burgos y, por fin, en Marzo de 1223 se logró una paz duradera (Díaz Bodegas, 1994). Enviada la sentencia a Roma, Honorio III, en 1224, ratificaba el dictamen con una bula. De este modo se reconocían al Obispo de Calahorra sus derechos episcopales, incluyendo los diezmos, sobre las iglesias del monasterio, exceptuando Santa María de Nájera, que quedaba bajo el control de los cluniacenses. Por ello, a partir de 1224, Andra Mari de Galdakao, junto con otras iglesias, dejó de pertenecer a Santa María de Nájera y pasó a depender del Obispado de Calahorra. Posteriormente, el Papa accedió a trasladar la sede episcopal a Santo Domingo de La Calzada en 1232 (Catalán, 2013), lo que explica que de allí en adelante el nombre del Obispado sea el de Calahorra-La Calzada.
Además, poco después de la ocupación de los territorios occidentales del reino de Pamplona, Alfonso VI solicitó al Papa que las iglesias del Obispado de Álava con sede en Armentia pasaran a depender, primero de forma provisional y luego de modo definitivo, del Obispado de Calahorra, que ya había absorbido la sede de Nájera. A partir de este momento, Alfonso VI dio su apoyo a D. Pedro Nazar nombrándole prelado de Calahorra. A la muerte de Fortún II Obispo de Álava, en 1088, no se eligió sucesor y ello dio lugar a la usurpación del Obispado de Armentia por el Obispo de Calahorra que extendió su jurisdicción (González Mínguez, 1977). Este Obispo asumió la sede de Armentia en el año 1089, donde antes había estado interinamente D. Sigifredo, que fue Prelado de Calahorra durante 1088-1089. Se sabe que en 1091 D. Pedro Nazar fue a consagrar la Iglesia de San Pedro de Munguía y que estuvo en el valle de Ayala en el año 1093, consagrando la iglesia de San Pedro de Llodio.
La decisión de Alfonso VI de poner las iglesias del Obispado de Álava bajo la dependencia del Obispado de Calahorra va a contar con fuertes resistencias de la parte vizcaíno-alavesa absorbida, hasta el punto de que las referidas zonas de estos dos territorios se resistieron secularmente a recibir la visita pastoral del prelado calagurritano, postura que, si bien Álava declinó bastante pronto, Bizkaia la mantuvo firme hasta el siglo XVI. Esta resistencia también se reflejaba en el propio texto del Fuero Viejo de 1452, en el que se declaraba como costumbre antigua la de que no debía entrar en Vizcaya el Obispo de Calahorra ni sus vicarios (Celaya, 1999). A partir de esta época, se pueden encontrar en los documentos numerosas pruebas de los sucesivos intentos por parte del Obispo de Calahorra de poder acudir a Bizkaia, permiso que no fue aprobado y publicado como Carta Real hasta 1539, entrando por primera vez en Bizkaia en 1545.
Por otra parte, es curioso que el control de los Señores o Parientes Mayores sobre las iglesias en Bizkaia —y en menor medida también en Gipuzkoa y en Álava— que en otros lugares se había perdido, ya que su jurisdicción pasó a la autoridad eclesiástica como resultado de la Reforma Gregoriana en el siglo XI, fuera protegido por la corona española, que defendía el derecho de los señores a apropiarse de iglesias y de los diezmos. Como consecuencia de esto, el Obispo de Calahorra estaba quejándose de forma continua tanto al rey de Castilla como al Papado de la situación de las iglesias de Bizkaia. Sin embargo, “Este apoyo quedó patente en las Cortes de Guadalajara de 1390, poco antes de la muerte del rey Juan I de Castilla, cuando las autoridades eclesiásticas denunciaron la apropiación de iglesias y diezmos por parte de los señores vascos, pero Juan I amparó a estos en su posesión, prohibiendo que fuesen cuestionados sus derechos” (Curiel, 2009).
En cuanto a las iglesias señoriales vizcaínas, todas las que estaban en manos de los señores de Bizkaia pasaron a poder de la Corona castellana, cuando en 1379 el título de señor de Bizkaia recayó en Juan I. De todos modos, durante los siglos XIV y XV, la mayoría de ellas fueron cedidas, en régimen de Patronazgo Real, a los Parientes Mayores y el resto a las villas en el momento de su fundación (Curiel, 2009). Este cambio suponía que se pasaba del dominio absoluto que ejercían los señores sobre las iglesias a un derecho amplio, pero limitado, incluyendo cierto poder de los señores sobre los aspectos espirituales de una iglesia, como era el de la presentación del clérigo. Sin embargo, en Bizkaia, los patronos seguían manteniendo parecidos derechos a los que disfrutaban anteriormente. En una lista de 17 de Abril de 1383 acerca de las iglesias de Patronato Real de Bizkaia y el valor anual de sus ofrendas, encontramos a Santa María de Galdacano en manos del hijo de Juan Sánchez de Leguizamón (Aguirre Gandarias, 1986).
La mayor parte de las iglesias del País Vasco durante el siglo XV, incluyendo tanto iglesias “diviseras” como “realengas”, estaban dominadas por aquellas casas nobiliarias que pelearon al lado de Juan II en las luchas de bandos. En una “pesquisa” de los monasterios de Bizkaia realizada en 1487 para saber cuales eran de Patronato Real, se dice, sin más detalle, que la iglesia de Galdacano la lleva Pedro de Avendaño. En 1509 el Patrono de Santa María de Galdácano es el Señor Martín Ruiz de Abendaño y Ganboa y en otra pesquisa posterior realizada en 1569 con el fin de inquirir sobre sus patronatos, lo único que se recoge es que la disfrutaba D. Diego de Abendaño, pero sin saber a título de qué. A lo largo del siglo XVII, el linaje de los Abendaño salió perjudicado por la política seguida por los Austrias en el tema de los patronatos. Así, a la muerte de don Diego de Abendaño, en 1612, se vieron sumidos en dos litigios por los que finalmente perdieron el patronazgo de Santa María de Arrigorriaga con sus anejas de San Miguel de Basauri y San Bartolomé de Alonsótegui y el de Galdácano con su aneja de San Esteban de Echevarri.
Son varios los especialistas que han planteado que las iglesias románicas vizcaínas tienen en común su carácter rural, el poseer un tamaño relativamente pequeño y su sencillez en la construcción. Ahora bien, aunque esto sea lo mas frecuente, hay que pensar que también tuvo que haber construcciones mas notables en núcleos importantes como por ejemplo Bilbao —un puerto y centro de comunicaciones marítimas y terrestres—, desde épocas antiguas o por el hecho de existir rutas del Camino de Santiago que atravesaban nuestro territorio. En este último caso se puede incluir un edificio tan destacado, por diferentes motivos, como la iglesia románica de Galdakao.
Entre todas las iglesias románicas vizcaínas y guipuzcoanas no hay ninguna que se pueda comparar con Andra Mari. Los dos tramos más antiguos de esta iglesia, destacan sobremanera por su tamaño, majestuosidad y solidez de sus muros. La construcción de las paredes de sillería, con una piedra arenisca muy idónea para su conservación, es otra característica muy importante a destacar. Además, hay que resaltar la altura de sus bóvedas y la existencia de una torre poligonal con 7 lados visibles en la fachada sur, con una escalera espiral de piedra que permite acceder al campanario y a la parte superior de las bóvedas. Es probable que todas estas características y alguna más, fueran las que hicieron que Vázquez (1908) destacara la iglesia antigua de Galdacano al afirmar “que se trata de una construcción notabilísima y grandiosa para la historia de la Arquitectura en Vizcaya”.
Respecto a los orígenes de la iglesia, por ahora no se han encontrado documentos que nos informen de la fecha de su construcción. Los especialistas se han basado en diferentes características del templo, especialmente de su portada, para aventurar una fecha aproximada. Así algunos historiadores como Iturriza (1884), Delmás (1864) y Lecanda (1893) señalan que fue fundada a principios del siglo XIII por D. Sancho de Galdacano. También López del Vallado (s/f) considera que lo más probable es que se levantara en esa época. Según Vázquez (1909) es posible que sea de la segunda mitad del XIII. Por otra parte, Labayru (1901), basándose en un pleito litigado en 1640/1 entre Don Martín de Aldape Isasi y Torrezabal, vecino de Galdacano, y Don Juan de Barrondo, asimismo vecino y “mayordomo secular” de dicha iglesia, acerca de una sepultura que se dice que pertenece a la casa de Torrezabal sita en Santa María de Galdacano, indica que se construyó a fines del siglo XIII. Todas estas interpretaciones hicieron que se pusiera una placa en el pórtico de la iglesia, en la que se indica que su origen es el siglo XIII. Sin embargo, Lopez del Vallado (s/f) considera que en el muro de los pies de la iglesia hay unos modillones que podrían pertenecer a una construcción del siglo XII. Del mismo modo, Ybarra y Bergé (1958) manifiesta algo parecido acerca de unos canecillos que se encuentran en el hastial de la torre de campanas. Es decir, según estos dos últimos autores podrían quedar vestigios de una iglesia anterior reutilizados en el muro de poniente. Actualmente se conocen datos que confirman esta suposición, ya que hay documentos del siglo XII en los que aparece nuestra iglesia, citada en unos casos como Albagano y en otro como Aldacanos.
Se conocen tres documentos que han sido recogidos por Fita Colomé (1895), Rodríguez de Lama (1956, 1957, 1979) y Cantera (1991), en los que aparece citada esta iglesia en el siglo XII. En el primero de ellos, de 1175, Alfonso VIII confirma todas las donaciones que habían hecho sus antecesores —don Alfonso VI, el emperador su abuelo, y su padre don Sancho— al Monasterio de Santa María de Nájera. En dicho documento se cita “... In Biscaia: Albagano, Barriga, Santa Aren cum omnibus possessionibus eorum”. En la versión de Cantera (1991) aparece Algabano. El documento de 1179 se refiere a una Confirmación del Rey Don Alfonso VIII a la abadía de Cluny y a sus monjes de las posesiones que se habían concedido antes de él a Santa María de Nájera. Nuevamente aparece Albagano “.... In Biscaya, Albagano, Barriga, Sancta Aren cum omnibus possessionibus eorum”. Por último, en un documento fechado en 1193, el Obispo de Calahorra (prelado García) hace relación de las iglesias en las que no percibe los derechos episcopales, por impedírselo el monasterio de Santa María de Nájera. En la lista de Iglesias aparecen entre otras, “Ecclesia de Barrica y Ecclesia de Aldacanos”. Según Cantera (1991) “Aunque este documento no tiene fecha, el ordenador del Archivo de Calahorra ha dado la señalada porque encontró este pergamino en el mismo atado en que iba la comisión pontificia de 1193 al obispo de Tarazona, al deán de Burgos y al prior de Tudela, para sentenciar un pleito”.
Por último, es necesario citar al investigador Juan de Ereño y Urizar, uno de los mayores especialistas y autor de numerosos libros acerca de esta iglesia, que ha sido la persona que mas tiempo ha invertido en recorrer archivos buscando datos acerca de la iglesia de Andra Mari. Dedicó especial atención a los Archivos de Nájera y Calahorra donde consiguió fotografiar el documento de 1193 (Fig. 1) , que posteriormente me cedió.De acuerdo con las investigaciones realizadas por diferentes especialistas en esta iglesia, se pueden diferenciar claramente dos partes de épocas diferentes: la mas antigua, correspondiente al tránsito entre el románico y el gótico, que incluiría los dos tramos del lado oeste; y la parte renacentista, la más moderna con otros dos tramos, al este. Sin embargo, las investigaciones que hemos llevado a cabo durante los últimos años en Andra Mari han dado lugar a nuevos hallazgos, que modifican este planteamiento, en lo que respecta al tramo más antiguo.

Imagen de la parte exterior de la fachada de poniente en la que se pueden observar el campanario
Fig. 7.- Imagen de la parte exterior de la fachada de poniente en la que se pueden observar el campanario, el vano superior y otros dos supuestos vanos inferiores, todos ellos actualmente tapiados. En la base de los dos inferiores, y simétricamente dispuestas, se observan dos piedras (señaladas en la figura por una flecha), que podrían corresponder a posibles mechinales relacionados con una estructura defensiva tipo cadalso.
Una de las cosas que se ha escrito acerca de esta iglesia es que la torre existente en la fachada sur quedó sin terminar. También se ha aceptado lo recogido en el trabajo de Vázquez (1909) sobre la existencia de tres ventanas semicirculares en la fachada del poniente, que probablemente habrían sido tapiadas en la ampliación del siglo XVI. Ahora bien, cuando se revisa con atención la pared interna de esta fachada se puede comprobar que las dos laterales no atravesaban el muro y que la más alta de las tres supuestas ventanas, la central, podría ser el lugar donde se alojaba una campana, ya que por la parte interior se puede apreciar una ranura, a ambos lados de la ventana, donde cabe suponer que encajaría el eje de una campana (Fig. 2). Así pues, podría tratarse de un campanario anterior al actual, perteneciente a la iglesia primitiva del siglo XII y que los modillones citados por Lopez del Vallado e Ybarra estuvieran en su lugar original y no se trataran de vestigios reutilizados. Si esto fuera cierto, la torre sí estaría terminada y permitiría acceder al campanario y a las bóvedas o piso superior de la estructura primitiva. Ahora bien, si la fachada de poniente es del siglo XII, tal como nosotros proponemos ¿qué datos tenemos para poder saber hasta dónde llegan los muros de la iglesia levantados en esa época?
Es muy fácil observar dónde tiene lugar la unión de los muros de la iglesia del s. XIII y la del XVI, sobre todo si se mira en la pared interior (Fig. 3). El diferente tipo de construcción, con pared de sillería en la parte más antigua y de sillarejo/mampostería a continuación, resalta claramente el paso de una a otra. Cuando se mira esta unión en la pared externa del lado norte, hay un detalle que llama la atención y es que la moldura superior situada en el tramo del s. XIII se interrumpe en el contacto con el muro del tramo renacentista (Fig. 4). Si continuamos esa pared, en este caso hacia el oeste, vemos que hay dos resaltes semejantes a molduras que terminan coincidiendo con un contrafuerte. ¿Podría ser que esta nueva interrupción esté marcando un contacto entre dos muros de distinta época? Parece que si.
Pero ¿qué datos podemos encontrar en el interior de la iglesia que refuercen nuestra hipótesis? Además del diferente espesor de los muros que se puede observar a ambos lados de los pilares que separan los tramos del XII y XIII, también llama la atención las diferencias entre los pilares de los dos tramos más antiguos, en lo que respecta al número, espesor, así como a la decoración de los capiteles. A los pies del templo hay tres pilares a cada lado, mientras que al comienzo del tramo del siglo XIII hay al menos cuatro, aunque por lo que se observa en el lado del evangelio podrían ser cinco y, además, estos últimos presentan un mayor grosor que los anteriores. Por otra parte, los capiteles de la parte más antigua están decorados con flores y hojas, y en los del siglo XIII también aparecen motivos animales y esfinges.¿En qué nos basamos para apoyar esta hipótesis? Al analizar el espesor de dichos muros se aprecia que el considerado como del siglo XII es mayor que el del XIII. Así en el lado norte, el muro de la parte más antigua tiene 1,29 m de espesor, mientras que el del s. XIII es de 1,07 m en la parte más baja, hasta la moldura y de 98 cm en el resto. Lo mismo ocurre en el lado sur, aunque en este caso no es tan evidente en el exterior por la posición de la portada, por lo que solo puede apreciarse en el interior, en el lugar donde se encuentran los pilares. Curiosamente la unión entre ambos tramos coincide con unos contrafuertes, que podrían estar reforzando unas zonas más débiles. Una vez comprobado esto, se pueden apreciar otros detalles de interés, que reforzarían la hipótesis de la conservación de parte de la primitiva iglesia del s. XII. Así, por ejemplo, la línea de unión entre los muros de las dos épocas es irregular en ambos lados, algo impensable en el caso de que se tratara de un único muro de la misma edad.

¿Cuál podría ser el motivo de estas pequeñas diferencias? Una posibilidad sería que las bóvedas de los dos tramos se hubieran hecho en momentos diferentes y que en la del siglo XIII hicieran, a propósito, algunos pequeños cambios para resaltar el diferente periodo de su construcción. La otra podría ser que las dos bóvedas fueran de la misma época, pero lo que nos querían señalar con esas pequeñas diferencias es que los dos tramos no lo eran. En ese caso, pudiera ser que en el siglo XII hubiera habido una bóveda diferente y fuera sustituida en el XIII, o que no hubiera existido una bóveda, sino más bien una construcción diferente relacionada con una estructura fortificada, que se habría modificado al construir la iglesia del XIII.Hay otro detalle interesante a tener en cuenta en las dos bóvedas de la parte más antigua. Si nos fijamos en los medallones que decoran las claves y los nervios que llegan hasta las mismas, se pueden observar pequeñas diferencias entre las dos bóvedas. En el tramo considerado como del siglo XII, en los medallones de los nervios, hay tres que presentan una estrella de ocho puntas y el cuarto una cruz muy característica, mientras que en la clave hay una flor con ocho pétalos. Una roseta semejante a esta se encuentra en una clave de la iglesia de Santa María del Castillo en Lizarra. Por el contrario, en el tramo del siglo XIII, el medallón decorado con la cruz está en la clave y el resto de medallones, en los nervios, tienen la estrella de ocho puntas. Pero hay otro dato interesante y es que la distancia desde los medallones de los nervios a la clave es menor en el tramo del XIII.

Por último, hemos encontrado restos de pintura en la portada que nos hacen pensar que, del mismo modo que las de otras iglesias antiguas, también la de Andra Mari estuvo policromada. Los restos más fáciles de observar se encuentran en algunas figuras situadas en los capiteles y presentan tonalidades rojizas y azuladas (Fig. 6).Hay otro dato que puede ser muy interesante y es que los dos medallones con una cruz que se encuentran en una clave (Fig. 5) y en un nervio son semejantes a un óculo con una cruz similar existente en la iglesia San Juan del Hospital en Valencia, fundada en la primera mitad del siglo XIII por la Orden Militar y Hospitalaria de San Juan. Esta cruz de ocho puntas está considerada como la cruz de San Juan, cruz Hospitalaria o posteriormente conocida como cruz de Malta (Gascó Pascual y Llorens, 1998). Esta orden, también conocida como Orden de Malta, fue fundada en el siglo XI, en tiempos de las cruzadas, para suministrar asistencia hospitalaria a los peregrinos a Jerusalén. En el caso de que la cruz existente en las bóvedas de Andra Mari sea la Cruz de Malta, teniendo en cuenta que según algunos especialistas se trata de una cruz concedida a la Orden de San Juan por el Papa Alejandro IV durante su pontificado (1254-1261), habría que pensar que las bóvedas de los dos tramos de la parte antigua se hicieron durante la segunda mitad del siglo XIII. El hecho de que la Orden de Malta pudiera estar implicada en la reconstrucción de Andra Mari podría apoyar también que esta iglesia estuviera en el Camino de Santiago.
Ahora bien ¿tiene sentido hablar de una iglesia fortificada del s. XII en el lugar en el que se encuentra actualmente? Si tenemos en cuenta algunos de los datos que hemos comentado, parece que sí. Además, si analizamos lo que se ha conservado de la primitiva iglesia se puede apreciar que se trata de una construcción con paredes de sillería y con un fuerte espesor de los muros, lo que le confiere un aspecto de gran solidez. Otra característica destacada sería la existencia de una torre de subida encajada en el muro sur y con entrada por el interior del templo. Por lo que respecta a la entrada de luz, únicamente se observan aspilleras, tres en la torre y una, más grande, entre esta y la espadaña. Por otra parte, en la pared externa del campanario, se puede observar que los modillones tienen la parte superior plana y que coinciden en altura con la parte más alta de dos especies de pilastras adosadas a unos contrafuertes que, a su vez, también tienen, a un mismo nivel, algo semejante a unos modillones lisos. Todas estas coincidencias nos hacen pensar que la función de estas estructuras pudo ser la de soporte de un andamiaje, quizás de madera, semejante a un cadalso defensivo. Hay otro detalle que podría reforzar esta hipótesis y es la existencia de dos posibles agujeros actualmente rellenados con una piedra, que están situados en la base de los dos supuestos vanos laterales (Fig. 7) localizados debajo de la campana antigua, pero que están simétricamente colocados y que podrían corresponder a mechinales, relacionados con el posible cadalso. Además, la parte alta de los modillones y pilastras está a la misma altura que la parte más alta de la torre.Tal como se indicaba anteriormente, hay varios documentos que nos permiten constatar que esta iglesia ya existía en el s. XII. El más antiguo hasta ahora conocido es el de 1175, cuando aparece entre las posesiones o donaciones que se habían hecho a Santa María de Nájera, por lo que la fecha de su construcción tuvo que ser anterior. Por otra parte, sabemos que durante la segunda mitad de ese siglo hubo numerosas disputas entre los reinos de Castilla y Navarra, y que durante ese intervalo de tiempo hubo ocasiones en las que parece que la frontera entre ambos reinos estuvo en tierras vizcaínas.
Pero hay otros motivos para pensar en una iglesia fortificada. En un documento de 1285, acerca de la confirmación que hizo Don Lope Díaz III de Haro del privilegio de fundación de la Villa de Bermeo, se cita la casería de los hijos de Don Sancho de Galdacano. Por otra parte, en las Bienandanzas e Fortunas de Lope García de Salazar se describe que entre los cuatro solares más antiguos de Bizkaia está el de Galdacano. En esa misma obra, también se hace referencia a Don Sancho de Galdacano y en más de una ocasión al Caballero de Galdacano. De acuerdo con estos datos, parece lógico pensar que pudo haber existido una casa torre o fortificación con el nombre de Galdacano y como este término es un derivado de un topónimo de época romana cuyos datos más antiguos (Albagano) y únicos están en relación con la iglesia de Andra Mari, no es disparatado pensar en una iglesia fortificada.Por otra parte, en el caso de que el territorio en el que se encuentra Andra Mari hubiera sido una zona de frontera durante las disputas entre castellanos y navarros, tendría bastante sentido construir una iglesia fortificada para defender un territorio. Asimismo, una fortificación se hace donde hay algo para defender y por lo tanto parece lógico que se haga al lado de un camino antiguo e importante como el que pasaba cerca de la iglesia (Orue-Etxebarria, 2015; 2016), por el que podrían penetrar las tropas enemigas.
Hay que tener en cuenta que, en la segunda mitad del siglo XII, los reyes navarros principalmente Sancho el Sabio, rey de Pamplona y después de Navarra entre 1150 y 1194, pero también Sancho el Fuerte (1194-1234), se dedicaron a fortalecer la frontera oeste/suroeste del reino construyendo fortificaciones con el fin de intentar defenderse del ansia expansionista de los castellanos. Teniendo en cuenta esto y que el documento más antiguo que cita a nuestra iglesia es de 1175, se podría pensar que esta se terminó entre 1150 y 1175. Pero ¿quién pudo mandar edificarla? Si consideramos que los que construyeron fortificaciones en los límites de su territorio fueron los reyes navarros y teniendo en cuenta la posible fecha de su construcción, se podría pensar que el que la mandó levantar pudo ser Sancho el Sabio, que también ordenó construir varias iglesias fortaleza o fortificadas por los límites de su reino, como las de Labastida y Antoñana, entre otras, aunque la mayor parte de estas eran iglesias diferentes ya que normalmente se encontraban en las villas formando parte de sus murallas.
En relación con lo anterior, hay determinados rasgos de la portada que han hecho que algunos especialistas hayan interpretado que se trata de una iglesia con ascendencia Navarra. Por otro lado, la presencia de la estrella de ocho puntas en las bóvedas de la parte antigua de la iglesia, un elemento muy utilizado por Sancho el Mayor y frecuente en muchas iglesias navarras, también apoyaría esa idea. Además, en el lado del evangelio, se conserva una viga de madera antigua que también tiene en uno de sus extremos una estrella de ocho puntas. En el mismo sentido se han interpretado una cadena de eslabones y una orla dentada presente en la lápida perteneciente al sepulcro en el que se supone que estuvo enterrado Don Sancho de Galdacano. En la interpretación de esta lápida, López del Vallado (s/f) manifiesta que de acuerdo con dicha ornamentación sería más antigua que la iglesia en la que se encuentra y por lo tanto podríamos pensar que pudo pertenecer a la del siglo XII.
Por lo que respecta a los orígenes de esta iglesia, numerosos historiadores de prestigio como Labayru e Iturriza, entre otros, dejan escrito que el fundador de la misma fue Sancho de Galdacano y Torrezabal. ¿Pero, qué hay de cierto en ello? ¿Existió realmente un Sancho de Galdacano y Torrezabal o fue solamente Sancho de Galdacano? ¿En qué datos se basaron estos historiadores para afirmarlo?
El argumento utilizado por los especialistas —no se conocen datos anteriores— es un pleito de 1640/41 entre Don Martín de Aldape Isasi vecino de Galdacano, señor de los solares de Aldape, Isasi, Usunsolo y Torrezabal, y Juan de Larrondo, mayordomo de la fábrica de la dicha iglesia, en relación a la visita realizada a la misma, en 1624, por el Licenciado Arecheta, Visitador general del Obispado de Calahorra y La Calzada. Este Visitador manda al dicho Don Martín que, en el plazo de veinte días, arrase una lápida de una sepultura que “... esta alta y muy fuera de la tierra habiendo estorbo ...”. Pues bien, en el pleito que tiene lugar casi veinte años después, Don Martín alega que “la referida lápida, había estado en la forma en que estaba continuamente, sin mudanza ninguna de ciento y diez años a aquella parte, que se habían entrado las sepulturas cuando se ensanchó la iglesia, y antes en la Iglesia vieja desde la fundación de ella estaba la dicha sepultura sola adentro con la misma preheminencia y las demás solían estar fuera en el cementerio y esta prelación había sido y era perteneciente a la dicha sepultura y a los dueños de ella y de la dicha Torre de Torrezabal porque el primer fundador de ella que fue Don Sancho de Galdacano y Torrezabal lo fue también de la dicha Iglesia vieja”. Pero la única justificación de quien fue el fundador se basaba en “... según era tradición antigua, y pública voz y fama ........ Y que la dicha fama pública y tradición antigua, se esforzaba mas con las armas y bultos? de personas que existían en las puertas de dicha Iglesia vieja, que eran las principales, porque los dichos bultos? y armas eran del dicho señor Don Sancho de Galdacano y Torrezabal y de su mujer y dos hija(o?)s”.
¿Es suficiente con esas justificaciones para certificar la existencia del linaje Torrezabal desde la fundación de la iglesia? En primer lugar hay que decir que si reflexionamos acerca de las imágenes de la portada de Andra Mari, teniendo en cuenta la historia de las disputas entre los reinos de Navarra y de Castilla durante la época de construcción de esta iglesia, nos encontramos con un hecho curioso. En el caso de que, como se ha venido defendiendo por los especialistas, Sancho de Galdacano fuera un noble navarro mandado por su rey a defender esta zona de frontera contra los afanes expansionistas de los castellanos, es muy difícil de explicar que su busto y los de su familia estén en la portada de una iglesia del s. XIII. Hay que recordar que a mediados de la década de 1170 o bien en 1200, esta zona y el resto de Bizkaia es conquistada por el reino de Castilla. Como consecuencia de ello, caben diferentes alternativas: que Sancho de Galdacano hubiera muerto durante la conquista; que, ante el avance castellano, se hubiera retirado a otros lugares más seguros o también cabría la posibilidad de que hubiera desertado y pasado al bando castellano. En cualquier caso, no hay constancia documental de esta última posibilidad, tal como ya ocurriera en algunos otros casos con diferentes miembros del linaje de los Haro o cuando un noble navarro, el conde Ladrón Iñiguez, y su hijo Vela Ladrón se pasaron al bando castellano, en 1153. Así pues, lo más lógico es pensar en alguna de las dos primeras posibilidades. Por lo tanto, si esa portada, tal como afirman los especialistas, se hizo en el siglo XIII, durante la ocupación castellana, es muy difícil pensar que los bustos que en ella aparecen correspondan a la familia del caballero navarro Don Sancho de Galdacano.
Por otra parte, cuando se revisa la documentación parece evidente, tal como se ha comentado anteriormente, que existió un linaje de los Galdacano, quizás desde finales del siglo XII, pero no parece que ocurra lo mismo con los Torrezabal, hasta algunos siglos después. López García de Salazar (1955) hace referencia a cuatro solares de los más antiguos de Bizkaia, uno de ellos el de Galdaçano y describe además que Sancho Ortis del linaje de Vedia, que vivía cuando García de Salazar escribió sus Bienandanzas e Fortunas, “... aviene en siete generaciones del Cavallero de Galdaño (Galdacano?) que fue natural de Navarra ...”. Por otra parte, hay un documento de confirmación de 1285, que hizo Don Lope Díaz de Haro del privilegio de fundación de la Villa de Bermeo, en el que, al hacer referencia a la ampliación de los términos originales de dicha villa, se dice “ .... por el somo de la sierra que es sobre la/ caseria de los fijos de Dn. Sancho de Galdacano, ....”. ¿Escapó Don Sancho a Bermeo durante la ocupación de Bizkaia? En cualquier caso, parece que el banderizo defiende un linaje de los Galdacano, pero solo cita a Sancho de Galdacano y no a los Torrezabal.
Respecto a estos últimos, llama la atención que Lope García de Salazar no cite en su obra ni la casa torre ni el linaje de los Torrezabal y sí otros de la misma anteiglesia como los de Galdacano, Usunsolo, Isasi, Bedia, etc. Únicamente hemos encontrado referencias a la torre de Torrezabal a partir de comienzos del siglo XVII, aunque hay una cita de 1514 en la que en relación a la compra de un sel aparece Pedro Saenz de Gumucio, primer miembro del linaje de los Gumucio, como hijo de Sancho de Torrezabal, que debió de vivir en el siglo XV. ¿Existía en esa época una torre de los Torrezabal? También es llamativo que no aparezcan miembros de ese linaje en documentos que se refieran a las luchas de bandos, o que recojan algún acuerdo, contrato o testamento firmado en dicha torre o en otro lugar, ni tampoco en relación a enlaces con miembros de otros linajes, ni como dueños de caserías, seles, etc., anteriores a la época antes mencionada.
Si fuera cierto que no existió un linaje Torrezabal hasta el siglo XV, se podría pensar que con la defensa realizada en el pleito de 1640/41, diciendo que el sepulcro pertenecía a los Torrezabal, lo que buscaba Don Martín de Aldape Isasi pudo ser el conseguir un afán de notoriedad y deseo de ser enterrado en la sepultura con lápida preeminente en la iglesia, ya que él era el señor, entre otros, de dicho solar. En cualquier caso, llama la atención que el primer mandato para arrasar la tumba sea de 1624, hecho por el Licenciado Arecheta, Visitador del Obispado, y que posteriormente, en 1631, el doctor don Martín de Jauregui, arcipreste de la villa de Mondragón y en 1637 y 1640, el Licenciado Don Antonio Hernández de Soto, ambos también visitadores, incidan en lo mismo y manden que se arrase y se ponga a la misma altura que el resto de sepulturas. ¿Por qué, a pesar de varios mandatos de los visitadores, se tardó tanto tiempo en plantearse y resolverse el pleito?
Otra posibilidad sería que el supuesto fundador de la torre de Torrezabal y el de la iglesia fueran la misma persona, tal como se indica en el pleito. En este caso, el hecho de que los miembros de este linaje no aparezcan hasta épocas tardías podría explicarse porque tuvieron que huir con la conquista de 1200 por Alfonso VIII y por la posible destrucción de la torre. Lo que sí sabemos es que, en 1654, en la escritura de posesión de la casa torre de Torrezabal otorgada a favor de Pablo de Alzueta Bertiz por sí y como marido de Juana de Aldape Isasi, se dice que está derruida e inhabitable. Por otra parte, es raro que al tratarse de una torre que estuvo relativamente cerca de un río, el Ibaizabal, no haya constancia, como solía ser frecuente, de la existencia de una herrería/ferrería hidráulica relacionada con ella en las inmediaciones, al menos hasta comienzos del siglo XVI. Quizás la explicación pueda estar en que la torre se hiciera antes de 1200 y por lo tanto antes del establecimiento de las herrerías/ferrerías hidráulicas en esta zona.
Si fuera cierto esto último, se podría pensar en dos fortificaciones (la iglesia fortaleza y la torre) de época parecida, cuya construcción pudo ser encargada por una misma persona, el rey de Navarra. ¿Por qué en estos lugares? Quizás porque las dos estaban controlando caminos importantes. Además, en el caso de que hubiera existido un Sancho de Galdacano y Torrezabal, la explicación puede estar en que el rey de Navarra pusiera a la misma persona, una especie de tenente, al mando de ambas fortificaciones, aunque todavía no se ha encontrado ningún documento que lo certifique.
Hemos tenido la gran suerte de que esta joya arquitectónica, testigo de una parte importante de la historia del País durante la época bajomedieval, se haya conservado hasta ahora, a pesar de que en algún momento corrió serio peligro de ser derribada. Es un templo con unas características diferentes a las que se pueden apreciar en otras iglesias románicas de Bizkaia y Gipuzkoa. Creemos que una forma de intentar explicar algunas de estas diferencias, sería la de relacionar a esta iglesia, por su situación, con las corrientes arquitectónicas que llegan de Europa, junto con constructores y artesanos de otras zonas, a través de un camino de peregrinación, que corresponde al Camino de Santiago por la costa, al lado del cual se encuentra Andra Mari.Además, si tenemos en cuenta las características que aparecen en la parte de la iglesia del XII que se ha conservado (Fig. 8), se puede pensar en una iglesia fortificada.

Un edificio del siglo XII de semejante categoría, con las dimensiones que presenta, con las paredes construidas en sillería, una torre de subida, etc., no parece que lo pudo hacer una comunidad ni un señor rural, ni un noble. Se puede pensar que lo más lógico sería que el encargo viniera de instancias más altas. Por otra parte, en la segunda mitad del siglo XII, con conflictos continuos entre Castilla y Navarra, parece que Galdakao pudo estar en la zona de frontera. Así pues, la siguiente pregunta que nos puede surgir es cuál de las dos potencias de aquella época pudo ordenar construir la iglesia. Pues bien, si alguien demostró interés en levantar castillos y fortificaciones en las fronteras de su estado para su defensa, en la segunda mitad del siglo XII, fue el reino de Pamplona/Navarra.En cualquier caso, hay una serie de preguntas que nos podemos plantear ¿Cuándo y quiénes construyen la iglesia? ¿Por qué se erige una iglesia de este tipo? y ¿Por qué en este lugar? En cuanto a la fecha de fundación de la iglesia, a pesar de la placa existente en el pórtico de la misma, que indica siglo XIII, ahora sabemos que ya existía una anterior en el siglo XII. Por otra parte, al margen de lo que se ha venido defendiendo de que la construcción de la torre de Torrezabal fue encargada por un noble enviado por el reino de Navarra y que un miembro de este linaje mandó levantar la iglesia de Andra Mari, creemos que se puede hacer otro tipo de consideraciones.
Sin embargo, por lo que respecta a la iglesia del siglo XIII, realizada después de la conquista de 1200, hay que suponer que su construcción se deba al rey de Castilla o al Señor de Bizkaia, ya que Andra Mari pertenecía a Nájera desde el siglo XII y los miembros de la familia Haro tuvieron muy buena relación con la iglesia de Santa María de Nájera a la que hicieron numerosas concesiones (Reglero de la Fuente, 2008). Por otra parte, de acuerdo con las supuestas cruces de Malta encontradas en las bóvedas, se pude pensar que se hizo en la segunda mitad del s. XIII y que en su fundación jugó un papel muy importante la Orden de San Juan o de Malta. Ahora bien ¿por qué una iglesia del XII y otra del XIII, con tan solo un siglo de diferencia?. Quizás se deba a que 1) la parte delantera se hubiera caído, algo extraño teniendo en cuenta el tipo de construcción en sillería 2) al ser una iglesia fortaleza, se hubiera destruido durante la conquista de 1200 ó 3) después de la ocupación de Bizkaia en 1200, se decidiera modificar su estructura original por otra más afín con una iglesia tradicional.
Por otra parte, si esta iglesia se hizo en la ladera de la sierra de Ganguren no fue por casualidad, sino que tuvo que haber una razón y esa pudo ser porque por ese lugar pasaba un camino muy antiguo, al menos desde época romana, que luego se convirtió en uno de los ramales del Camino de Santiago por la costa. Hay otro hecho importante a tener en cuenta y es que, en la zona de frontera y no muy lejos de la iglesia, existió otra fortaleza, la de Malmasín, construida en una época parecida, y que también se encontraba al lado de un camino importante, el que venía por el valle del Nervión, pasaba por Arrigorriaga y llegaba a Bilbao. Teniendo en cuenta que esta última tuvo tenentes navarros hasta su conquista por Castilla, no sería descabellado suponer que ambas fueran construidas por encargo de la misma persona, el rey de Navarra y con la misma finalidad, la de controlar y defender el paso por esos caminos.
Imagen de una cabeza humana con toca rizada situado en un capitel del lado derecho de la portada
Fig. 6.- Imagen de una cabeza humana con toca rizada situado en un capitel del lado derecho de la portada. En la toca se pueden apreciar pinturas de tonalidades rojizas y azuladas.

Así pues, a la hora de construir las dos fortalezas de Galdakao, parece lógico pensar que se levantaran al lado de un camino importante: la casa torre de Torrezabal cerca de un camino romano que viene de la Llanada alavesa y la iglesia, muy próxima a otro que viene de Irún, que, además, podría corresponder a la Vía Marítima de Agrippa. Por lo tanto, es probable que tanto la torre como la iglesia fueran levantadas por orden y con la ayuda del reino de Navarra, y que ambas fueran construcciones defensivas que estaban controlando dos caminos antiguos. Además, ambas fortalezas estaban perfectamente comunicadas por un camino empedrado, que se conservó hasta finales del siglo pasado.
Una última pregunta que nos podemos plantear es ¿por qué Malmasín y Torrezabal fueron solo fortificaciones y Andra Mari fue además una iglesia? Una explicación podría ser que esta última estaba al lado del Camino de Santiago.
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