LUIS ARANA GOIRI (1862-1951)


LUIS ARANA GOIRI (1862-1951)

Mucho más que el "número dos"

Luis Arana Goiri desatendió la carrera de Arquitectura que había cursado para ponerse al servicio del PNV, de su hermano Sabino, y convertirse en su más preciado aliado y su auxiliar más notable
Jean-Claude Larronde - Sábado, 26 de Junio de 2010 - 


Luis Arana Goiri con sus hijos Santi y Luis. Al fondo Sabin Etxea.
Luis Arana Goiri con sus hijos Santi y Luis. Al fondo Sabin Etxea. (Sabino Arana Fundazioa)

DOS años y medio mayor que su hermano Sabino, Luis Arana Goiri vivirá 48 años más después de la muerte de aquél (25 de noviembre de 1903). Tuvo un papel político importante hasta 1938. Se puede decir pues que su vida ha estado vinculada durante casi medio siglo a la del Partido Nacionalista Vasco, que había fundado con Sabino en 1895. La infancia y la adolescencia de Luis Arana se habían desarrollado en una atmósfera familiar carlista (pero dentro de la cual los sentimientos fueristas tenían más importancia que la persona del pretendiente) y profundamente católica, con una educación marcada por la impronta de las enseñanzas de los jesuitas. A semejanza de Sabino, que desde el principio se había dedicado por entero al estudio de la lengua y de la historia vascas y a la actividad política seguidamente, Luis Arana desatendió la profesión con vistas a la cual había cursado estudios superiores (la carrera de Arquitectura) para ponerse al servicio de su hermano y convertirse en su más preciado auxiliar, un número dos particularmente eficaz. Habiendo tenido conciencia a partir del año 1880 de una identidad vasca diferente de la identidad española, dos años más tarde hizo partícipe de este descubrimiento a Sabino, en el que adivinaba cualidades extraordinarias. Al cabo de diez años, tuvieron lugar las primeras realizaciones. 1893: El discurso de Larrazabal; Bizkaitarra. 1894: Euskeldun Ba-tzokija. 1895: BBB del PNV.
La represión no tardó en desencadenarse y fue entonces al encarcelar a Sabino, condenándole luego a arresto domiciliario en Bilbao (1895-96), cuando Luis, por primera vez, desempeñó un papel de organizador de primer orden y cuando la propaganda nacionalista va a comenzar a dar sus resultados en la ría de Gernika. A partir del año 1898, los progresos de la propaganda nacionalista son visibles: elección de Sabino para la Diputación Foral de Bizkaia; en 1899, creación de El Correo Vasco, del Centro Vasco y primeros resultados alentadores de los nacionalistas en las elecciones municipales de Bilbao.
Exilio voluntario Es en esos momentos, a finales de 1899, con el ascenso del movimiento nacionalista alcanzando cotas espectaculares, cuando Luis Arana se retira de la vida política y se exilia voluntariamente en el País Vasco continental para vivir allí junto a su esposa María Josefina y su familia que fue creciendo, una vida tranquila en el campo que habría sido plenamente feliz si Luis Arana no se hubiera tenido que debatir en medio de grandes dificultades económicas producidas por inversiones arriesgadas.
Luis seguirá de lejos la política nacionalista: deplorará la muy grande importancia que, a su modo de ver, había concedido Sabino al sector euskalerriaco, al igual que rechazará la "evolución españolista" de su hermano, al punto de no ver en ello más que un proyecto erróneo.
Presidente del BBB y del EBB Fue después de la elección de Luis Arana como presidente del BBB en 1908, cuando las querellas internas en el seno del PNV entre ortodoxos y euskalerriacos iban a desaparecer; en efecto, bien lejos de estar en franca oposición a Ramón de la Sota y Llano (cabeza visible del sector euskalerriaco, es decir, el sector más autonomista que independentista) como frecuentemente se ha dicho, Luis Arana mantuvo excelentes relaciones con este último. La propaganda nacionalista se difunde en las otras provincias peninsulares hasta el punto de que a finales de 1911 se constituyó el Euzkadi Buru Batzar del PNV, del cual Luis asumió la presidencia. Además de la organización, la consolidación y la expansión del PNV en los años 1908-15, otro avance considerable de la presidencia de Luis Arana será la creación del diario Euzkadi (febrero de 1913).
Disponer de un órgano de prensa diario supuso, en efecto, un salto cualitativo importante para la propaganda nacionalista vasca. Pero la creación de Euzkadi tuvo para Luis su reverso de la satisfacción: él mismo había estado en el origen de "la entrada del lobo en el aprisco" con el nombramiento, como director y redactor en jefe de ese diario, del donostiarra Engracio de Aranzadi.
Las relaciones se iban a poner bastante pronto muy tensas entre Luis Arana y Engracio de Aranzadi: a la posición pro-aliada de este último en la Primera guerra mundial, Luis Arana opondrá no una germanofilia que jamás ha defendido, al contrario de lo que se ha podido escribir en unos u otros medios, sino una estricta neutralidad. Pero las divergencias entre Luis Arana y la línea política del diario Euzkadi (defendida por Engracio de Aranzadi) habían dejado su huella. Un conflicto relativamente menor durante las elecciones municipales de Bilbao en noviembre de 1915 acabará por dar lugar a un grave cuestionamiento personal de Luis Arana y a su "incapacitación" para ejercer una función dentro del PNV.
Travesía del desierto Fue dentro de su escaso centenar de amigos y de veteranos nacionalistas de la asociación Euskeldun Batzokija, guardianes fieles de las ideas del "primitivo nacionalismo vasco en Jel" de Sabino, como asistió a los éxitos electorales de la Comunión Nacionalista Vasca, nuevo nombre adoptado por el Partido a finales del año 1916. La disidencia del sector Aberri que fundó en 1921 un nuevo PNV fue un bálsamo para su corazón, sobre todo cuando ese partido se fusionó a principios de 1923 con su grupo Euskeldun Batzokija.
La dictadura del general Primo de Rivera a partir de septiembre de 1923 impidió cualquier veleidad de actividad política. En 1930, el fin de la dictadura le permitió volver a la escena política y tuvo ocasión de participar en el proceso de fusión PNV-CNV: en la Asamblea de fusión de Bergara (noviembre de 1930), las ideas sabinianas prevalecieron sobre las de la Comunión.
Nueva presidencia Después del advenimiento de la Segunda República (abril de 1931), tuvo la inmensa satisfacción personal de ver reparado el ultraje, que a su modo de ver, había constituido su defenestración de 1915. Ahora, su rehabilitación era total; eso le permitió acceder a la presidencia del BBB y del EBB a principios de 1932. Alcanzó la cumbre de su carrera política el 27 de marzo de 1932 en Bilbao, donde presidió las Bodas de oro del nacionalismo vasco (Primer Aberri Eguna).
Pero la Asamblea de Tolosa a principios de 1933 le vio en contradicción, sobre muchos puntos, respecto a los sentimientos de una nueva generación de nacionalistas encabezada por José Antonio Aguirre y Manuel Irujo. Su testarudez le jugó una mala pasada y fue marginado una vez más. Pasará por una cierta retirada de la vida política, pero sin dejar de profesar una gran fidelidad al Partido Nacionalista.
Ante el golpe de estado militar del general Franco, su posición consistió en querer únicamente mantener el orden en el País Vasco. No pudo soportar que un miembro del PNV (Manuel Irujo) fuera nombrado ministro de la República Española en el gobierno de Largo Caballero; así pues, dirigió su carta de dimisión del PNV con fecha del 5 de octubre de 1936.
A partir de este momento, sus posiciones se radicalizan. En mayo de 1937, se produjo el exilio a Donibane Lohizune. A principios de 1938, tuvo el dolor de perder a su querida esposa. Este duelo le dejó abatido y tuvo que ser su joven amigo Lezo Urreztieta quien se ocupara de sacarle de tan amarga depresión induciéndole a emprender un viaje en el curso del cual formuló ante el Foreign Office en Londres una solicitud de protectorado de Gran Bretaña para Euzkadi: pero esto no fue más que un palo de ciego inútil.
Los últimos años En mayo de 1942, pudo por fin regresar a su amada Bizkaia y más particularmente a Santurtzi donde vivirá una vejez apacible de patriarca respetado, rodeado del afecto de sus tres hijos, sus nueras y sus nietos. Claro es que para un líder político, Luis Arana carecía singularmente de flexibilidad. Para nada era amigo de transigir. Su fidelidad al "primitivo nacionalismo en Jel" era demasiado rígida; incluso raya en lo patético en ciertas ocasiones como durante la Asamblea de Tolosa, a principios de 1933. Además, no se daba cuenta de que las doctrinas políticas no eran inamovibles e intangibles, sino todo lo contrario, que necesariamente debían evolucionar y adaptarse. Evolución y adaptación son dos palabras del todo extrañas en el vocabulario y los conceptos de Luis Arana.
Por el contrario, las expresiones convicciones firmes y tenacidad le cuadran perfectamente. Su personalidad íntegra, su espíritu de sacrificio y la fidelidad a los principios y a la memoria de su hermano Sabino -si no fueron suficientes para ganarse la adhesión de la totalidad de los nacionalistas- sí le permitieron ganarse el respeto de todos ellos.

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