La Batalla del Sollube (1ª Parte)


2.- La Batalla del Sollube 


De Francisco Manuel Vargas Alonso

Caído Bermeo en manos franquistas, se inició una de las batallas más importantes de la campaña vasca, que tuvo como escenario el monte Sollube. Sin embargo, la misma se ha visto relegada frente a episodios que la historiografía o la memoria de los protagonistas han destacado en mayor medida. Caso de las batallas y combates de Irún, Villarreal, Sabigain, Intxortas, Bizkargi, Peña Lemoa o El Cinturón de Hierro. 

De modo que aquí iniciamos una segunda parte de esta monografía que, sin duda, supone un avance en el conocimiento de un encuentro que hasta ahora ha sido analizado someramente, sin detalle. Tampoco pretende ser una historia definitiva, algo que no se puede pretender sin un acceso directo a toda la documentación existente y está claro que a pesar de nuestros esfuerzos siempre quedará algo por visionar, caso, entre otros, de diferentes Archivos nacionales italianos; pero es ésta la más completa aproximación a la verdad de lo acontecido en aquel enfrentamiento, despachado por las obras que lo tratan en escasas páginas, párrafos o líneas.

2.1. ANTECEDENTES, FUERZAS EN PUGNA Y ESCENARIO DE LA BATALLA

En la primera quincena de mayo de 1937 la Euzkadi acosada logró superar la crisis del derrumbamiento del frente guipuzcoano. El atacante franquista empleó lo más nutrido de su Ejército en el triángulo formado entre el Sollube, Jata y el Bizkargi, con la participación de fuerzas correspondientes a cinco grandes agrupaciones enemigas, tres de ellas del tamaño de una División (las I, IV y V de Navarra), y dos del de Brigadas con amplia o total representación extranjera, italiana, (Flechas Negras y Agrupación Francisci o XXIII di Marzo). 

El apoyo aéreo y artillero con que contaron fue abrumador, cifrándolo Ciutat, y es verdad que algo exageradamente, en 200 aviones y otros tantos cañones. Frente a ese potencial, unas tropas improvisadas, peor armadas e incluso mal mandadas, se mantuvieron en una batalla desesperada que aunque perdida a la postre, dio a Bilbao y a la Euzkadi autónoma un mes y medio más de vida, cuando a finales de abril todo parecía perdido (N. 194) .

2.1.1. La marcha de la guerra en Euzkadi

A partir del 31 de marzo, y hasta el 19 de junio de 1937, se desencadenó la ofensiva franquista cuyo objetivo máximo era la captura de la capital vasca, Bilbao, símbolo de la resistencia de los combatientes de Euzkadi contra el ejército rebelde. Esta dura campaña, en la que las fuerzas de Franco contaron con una neta superioridad material, se desarrolló en diferentes fases que finalmente condujeron a los agresores a posesionarse del tan codiciado objetivo, tras algunas de las batallas y combates más duros de la guerra civil.
linea de frente en marzo de 1937

El 31 de marzo, al iniciarse la ofensiva enemiga, el Ejército de Euzkadi constituía el I Cuerpo de un Ejército del Norte republicano mandado por entonces por el general Francisco Llano de la Encomienda. El Ejército Vasco, que no había seguido la orden de Llano de organizarse en Divisiones y Brigadas, aparecía en dicha fecha organizado en tres Frentes, los de Gipuzkoa, Araba y Burgos. Ejercía el mando del Cuerpo Vasco el ya comandante Arambarri, con el coronel Gumersindo de Azcárate como Inspector del Ejército de Operaciones de Euzkadi. El lendakari Aguirre, como Consejero de Defensa que era, tenía la autoridad “político-administrativa” sobre el Ejército y dichos mandos, aunque no la autoridad militar que recaía en Llano de la Encomienda, si bien este general nunca consiguió un control efectivo sobre el Cuerpo Vasco. El comandante Alberto Montaud, además de supervisar las fortificaciones actuaba como asesor militar del lendakari.

El 31 de marzo el Ejército de Euzkadi disponía de más de 55.000 hombres en la primera línea y en la retaguardia, distribuidos en no menos de 55 batallones de infantería completos y 8 en organización, tres regimientos y un grupo independiente de artillería, unos 11 batallones de ingenieros completos y en organización, un pequeño batallón de carros orugas, un escuadrón de Caballería, y fuerzas de Intendencia, Sanidad y Transportes. 

Del total de 55.000 hombres casi 15.000 realizaban funciones de retaguardia (organización, intendencia, sanidad, transportes, etc...).
La ofensiva rebelde tenía prevista la inmediata ruptura del frente y la captura de Durango a los pocos días de iniciarse, y la caída de Bilbao en unas pocas semanas. Sin embargo, el 31 de marzo los rebeldes sólo lograron parte de sus objetivos, ante la férrea defensa encontrada. La lucha se paró a mediados de abril, tras concluir los combates por los pasos de montaña.
Luego, a partir del 20 de Abril se inició la reanudación de la ofensiva rebelde contra Bizkaia. A pesar de los fracasos cosechados por la 4a Brigada Navarra ante los Intxortas, la maniobra franquista consiguió progresar desde el Amboto y Aramayona para caer sobre Elorrio envolviendo Udala y Kanpanzar. Esto significó a la postre el derrumbamiento total del frente guipuzcoano, y la pérdida para los defensores de importantes localidades, como Eibar, Markina, Durango y Gernika (N. 195).

Los rebeldes acabaron rompiendo el frente, iniciando la explotación de su éxito. El 26 de abril entraban en Eibar y Ermua y se producía el brutal bombardeo de Gernika, Villa que quedó destruida con un saldo de cientos de víctimas civiles. El 27 se derrumbaba lo que quedaba del frente guipuzcoano al Norte de Eibar, mientras las fuerzas vascas de ese área (Markina y zona costera) emprendían una retirada acelerada hacia la zona de Gernika donde con refuerzos santanderinos se esperaba crear una línea defensiva. Mientras, la resistencia vasca se centró en torno a Durango, y aunque la población cayó el día 28 se afianzó al Oeste de la localidad una línea que paralizó el ataque rebelde. Más al Norte, en medio de duros combates, los franquistas quedaron detenidos en las últimas estribaciones occidentales del macizo del Oiz, alrededor de las cotas que daban acceso a Euba y Amorebieta y al oeste del cruce de Zugastieta. Gernika cayó el día 29, pero la precipitada operación de Piazzoni, general jefe de la Brigada italo-española de Flechas Negras, sobre Bermeo, ocupado el 30, colocó en delicada situación a parte de dicha unidad, obligando a Mola a operar prioritariamente sobre el macizo de Sollube, donde se posicionaban los defensores vascos.
Los acontecimientos mencionados, motivaron una auténtica crisis del mando y de la estructura militar de Euzkadi. A la llegada de los primeros refuerzos remitidos por el mando del Norte, –las dos primeras Brigadas expedicionarias asturianas llegadas el 5 de abril–, le sucedió la decisión de reorganizar las fuerzas vascas en base a Brigadas y Divisiones, sustituyéndose la organización en Frentes y Sectores, superada por los acontecimientos derivados de la ofensiva rebelde. El ejecutivo vasco adoptó dicha decisión el 25 de abril, refrendada por el pertinente Decreto del día 28 de abril.
Una de las decisiones fundamentales, que prolongó durante 40 días la resistencia de Euzkadi, fue la adoptada por el lendakari Agirre al rechazar la opinión de Montaud y otros mandos militares de replegarse sobre el Cinturón de Hierro, prefiriendo los consejos del francés Jaureghy de resistir a ultranza sobre la línea Gernika-Amorebieta-Gorbea. Con ello se logró afianzar la defensa vasca en una línea más alejada del principal objetivo adversario, Bilbao.
Además, la llegada de nuevos refuerzos del Ejército del Norte, –dos nuevas Brigadas asturianas y dos santanderinas, además de 8 baterías artilleras de esa procedencia, entre el 27 de abril y primeros de mayo–, reforzó a los diezmados defensores. Finalmente, la desmoralización y pesimismo de muchos de los mandos militares profesionales, obligó al lendakari a asumir, el 5 de mayo, el mando directo de todo el Cuerpo de Ejército Vasco. Esto suponía la ruptura total de relaciones entre Agirre y el general Llano de la Encomienda, a pesar de que el último remitió refuerzos y trató de distraer fuerzas enemigas lanzando ataques sobre las líneas rebeldes de Santander-Burgos, León, y Oviedo y su pasillo, tanto en abril como en mayo.
Pese a que el lendakari Agirre asumió el mando directo de todas las fuerzas, con plenas atribuciones militares, esto no significaba que él fuera a dirigir personalmente las operaciones de combate, ya que estas quedaron en manos de los mandos militares. Sin embargo, toda decisión de carácter militar en Euzkadi debía ser refrendada por Agirre.
Para los defensores de Euzkadi la caótica situación de finales de abril se superó gracias a la reorganización de las fuerzas propias y a la llegada como refuerzos de contingentes foráneos, y con la llamaba a los reemplazos de 1928 a 1939 del Ejército de tierra y a los de 1927 a 1938 de la Marina. El 9 de mayo se publicaba una Orden general que reorganizaba el Estado Mayor de Euzkadi y estructuraba al Ejército de Euzkadi en una organización de Brigadas y Divisiones que mejoraba el sistema introducido de forma improvisada a finales de abril.

Respecto al Estado Mayor de Euzkadi las novedades principales fueron la asunción de su jefatura y de su sección de Operaciones por el comandante Ernesto Lafuente, jefe hasta entonces de la sección de Servicios, quien desarrolló una eficaz labor que pagaría posteriormente con la vida tras su captura por los franquistas, mientras que los anteriores hombres fuertes del Estado Mayor, capitán Modesto Arambarri y comandante Alberto Montaud, perdieron peso quedando el primero como asesor técnico y jefe de órdenes afecto a la Jefatura de Operaciones, y como asesor técnico militar del lendakari el segundo. 

En cuanto a la organización de las fuerzas se constituyeron cuatro Divisiones. La 1a situada entre el Cantábrico y el monte Bizkargi y mandada por el comandante Ricardo Gómez; la 2a desde el Sur del Bizkargi hasta Yurre, bajo el mando del coronel Vidal; la 3a, mandada por el teniente coronel Ibarrola, desde el Sur de Yurre hasta el Gorbea; la 4a, desde el Oeste del Gorbea hasta el límite con Santander en el Valle de Mena y bajo el mando del coronel Irezábal. Cada División constaba de cuatro Brigadas, quedando dos Brigadas como reserva. De ese modo el Cuerpo Vasco contó con 18 Brigadas Vascas, a cuatro batallones, a las que se agregaban las seis Brigadas expedicionarias asturianas y santanderinas llegadas, todas de tres batallones a excepción de una santanderina con cuatro. Finalmente, ante el exceso de fuerzas y amplitud de frente cubierto por la 1a División Vasca se creó, con fecha 17 de mayo, la 5a División Vasca en base a las unidades que cubrían el frente de la costa, entre el Cantábrico y el río Butrón. Esta División quedó bajo el mando del comandante Pablo Beldarrain.

2.1.2. Los mandos enfrentados

Uno de los primeros puntos a tratar, al analizar un acontecimiento bélico, es la de los mandos que ejercieron el control de los ejércitos contendientes. Al centrarnos en la batalla del Sollube resulta esencial contrastar las figuras de los dirigentes, fueran militares o no, a los que cupo alguna responsabilidad de mando. Es evidente la desventaja de las fuerzas defensoras vascas y asturiano-santanderinas en cuanto a la experiencia y capa citación militar previa a la guerra de buena parte de sus cuadros de mando. 

En cambio, el bando franquista contaba con una ventaja indudable. Sin embargo, no reside ahí la causa de la derrota republicana en el Sollube. La razón fundamental de la misma residió, como comprobará el lector, en una superioridad material, a favor de los rebeldes, constante durante toda la batalla.

2.1.2.1. Los mandos en Euzkadi y el Norte republicano

Durante la batalla del Sollube un hecho fundamental fue la asunción del mando supremo del Ejército de Euzkadi por el lendakari José Antonio Aguirre. Fue esta una medida más moral que militar, que afianzó en especial el espíritu de resistencia del nacionalismo vasco tras las maniobras pactistas de los meses anteriores y el duro despertar de las mismas provocado por la renovada ofensiva rebelde y el feroz bombardeo de Gernika, la patria espiritual del nacionalismo vasco en Bizkaia. Sin embargo, a pesar de que el lendakari coordinó la labor del Alto mando en Euzkadi, las decisiones puramente militares y el control de las unidades en primera línea dependían totalmente del mando militar. 

José Antonio Aguirre visitando el frente
Es por ello que, militarmente, el nombramiento de José Antonio Agirre como jefe del Ejército de Euzkadi debe considerarse como un acontecimiento moral de primer orden, sobre todo entre las masas del nacionalismo vasco. Militarmente su nombramiento carecía de contenido, en tanto en cuanto no era él el responsable de planificar y ejecutar las operaciones.
En pocas palabras, el mando de Agirre durante el periodo que nos ocupa se ciñó a ostentar por un lado el mando supremo, y a emplear el mismo para ser interlocutor directo con el Ministro de la Guerra y Jefe de Gobierno Largo Caballero, y con el Ministro de Marina y Aire, Prieto. El mando directo de las tropas, con la planificación y ejecución de las operaciones quedó a cargo de los mandos militares. En Sollube, y en el resto del frente vasco, Arámbarri, Montaud y Ernesto Lafuente continuaron ejerciendo el mando supremo, aunque figurase Agirre como su jefe directo(N 196). 

En el plano operativo, los combates quedaron bajo la dirección de Ricardo Gómez, jefe de la I División Vasca, y de su Estado Mayor, así como de los jefaturas y Estados Mayores de las diferentes Brigadas implicadas en la batalla. Eso es algo que, insistimos, debe quedar claro para el lector y toda persona interesada en el desarrollo de la Campaña Vasca en los días a que se refiere este estudio.
El general Francisco Llano de la Encomienda era el jefe supremo del Ejército de la República en el Norte. Sin embargo, durante la batalla del Sollube no ejerció ningún papel en su desarrollo. La ruptura de relaciones con su mando ejecutada por Agirre y el nacionalismo vasco llevó al general a quedarse sin poder ejercer mando efectivo sobre uno de sus Cuerpos de Ejército, precisamente el más amenazado por la ofensiva contraria. Su actuación pasó por tratar de apoyar a Euzkadi con unas pequeñas pero sangrientas ofensivas propias en el frente burgalés de la Lora y en el Norte de León, al tiempo que remitía varias Brigadas y baterías artilleras asturianas y
santanderinas como refuerzo a Euzkadi.
Francisco Llano de la Encomienda

Llano era un viejo general que al estallar el conflicto estaba al frente de la División 4a, con sede en Barcelona. Se negó a sublevarse a pesar de las amenazas de muerte, pistola en mano, de alguno de los militares insurrectos. Además, en el trágico verano de 1936 pasó por el trance de perder a uno de sus hijos, joven oficial capturado y asesinado por el enemigo en el frente de Aragón. Llano se incorporó al frente Norte a finales de 1936, tomando la jefatura del Ejército republicano en el Norte. 

El general chocó tempranamente con el particularismo del nacionalismo vasco que no admitía su autoridad y trataba de controlar todas las cuestiones militares de Euzkadi de forma independiente al mando del Ejército del Norte. Llano logró a duras penas el concurso vasco para una nueva ofensiva en el Norte, contra Oviedo y su pasillo de comunicaciones en febrero-marzo de 1937. El fracaso provocó airadas criticas de los nacionalistas vascos, que prácticamente se desentendieron de Llano, asumiendo las decisiones militares a través de los mandos militares admitidos por Agirre al frente del Cuerpo Vasco.

La gestión de Llano se vio en entredicho cuando el Gobierno central vino a desautorizarle separando de su mando, a finales de mayo, al Cuerpo Vasco, algo que era una realidad desde semanas antes. El general Gámir se puso al frente del Cuerpo Vasco, acabando con el mando nominal del lendakari Agirre, y Llano quedó al frente de los Cuerpos de Asturias y Santander, aunque se vio sin mando al acabar la campaña de Bizkaia. Tras evacuar el Norte, logró salir airoso de una investigación sobre su actuación en el Cantábrico. Nombrado inspector general de Infantería, marchó al exilio mejicano al acabar el conflicto. Allí fue herido de gravedad, en 1948, durante un atraco al banco en que trabajaba. Retirado de toda actividad, Llano fallecería en su exilio en 1963, a la avanzada edad de 84 años (N 196)

El capitán Modesto Arámbarri Gallastegui, veterano de la guerra de Marruecos, era, al estallar la guerra civil, jefe de la Policía Municipal de Bilbao. Sobrino del líder independentista Eli Gallastegui y yerno del coronel Zuricalday, fiscal militar en el franquismo, Arámbarri consiguió sobrevivir a la guerra, eludir la represión franquista tras su regreso del exilio, integrándose en la vida civil para desempeñar un oficio humilde en una fabrica de pintura.
En Euzkadi actuó de forma destacada en el frente de Kalamua, siendo ascendido a comandante y nombrado Jefe de Operaciones del Cuerpo de Ejército Vasco, lo que le convirtió en realidad en jefe efectivo del mismo hasta el 9 de mayo, fecha en que Agirre tomó la Jefatura del Cuerpo, dejando a Arámbarri como asesor propio. Luego, al llegar el general Gámir a Euzkadi, Arámbarri se convirtió en el enlace militar entre el lendakari y el recién llegado 197 .
El jefe de la 1a División Vasca, que fue la directamente implicada en la batalla del Sollube, era Ricardo Gómez García. Fue éste el oficial profesional puesto al frente de un mando divisionario en Euzkadi que tenía más baja graduación al estallar la guerra, ya que era teniente de Carabineros. A partir de septiembre de 1936 mandó el batallón Zabalbide, de Izquierda Republicana, pasó luego a desempeñar el mando del sector de Orozco-Barambio, y más tarde, tras ascender a comandante en febrero de 1937, detentó el mando de la 5a Brigada de la 4a División Vasca. La captura en el frente de Gernika del jefe de la recién creada 1a División Vasca, el coronel Llarch Castresana, le elevó al comando de dicha División. El famoso periodista británico George L. Steer, lo describió de modo negativo e injusto (N 198).
Gómez fue un jefe desafortunado. Con una formación militar precaria en comparación con sus rivales, se tuvo que hacer con el mando de la 1a Vasca en medio de la ofensiva enemiga, haciendo frente a un despliegue muy extenso en el que se libraron dos batallas, las del Sollube y Bizkargi, que no podía ganar por la desproporción de medios. En junio su División fue literalmente triturada por la artillería y la aviación franquista. Tras la caída de Bilbao siguió batallando en el Norte, de donde salió en la evacuación final.
En Cataluña mandó una división, la “C” o de “Bellvis” numerada luego como 56, con la que intervino en importantes batallas. De nuevo con escasa fortuna ante la superioridad enemiga. Fue destituido, aunque Talón apunta que volvió al frente para mandar una Brigada cuando la batalla por Cataluña estaba decidida. Desconocemos su suerte posterior (N 199) .
El nervio de la defensa en el Sollube lo constituyeron los jefes de Brigada de las fuerzas vascas, asturianas y santanderinas implicadas en la defensa del macizo, desde Matxitxako hasta el Mazaga, frente a Gernika. Subordinados a Gómez, en su mayor parte eran mandos improvisados, que nada tenían que ver con la acreditada experiencia bélica de sus rivales franquistas y los aliados italianos y alemanes de los mismos. En efecto, la mayor parte de los jefes de Brigada vascos, asturianos y santanderinos implicados en la batalla que nos ocupa ostentaban rangos muy bajos en la escala de oficiales antes de estallar la guerra. 

Germán Ollero Morante, jefe de la 1a Brigada Vasca, era oficial de la Guardia Civil al estallar el conflicto. Tras la pérdida de Euzkadi y el Norte pasó al frente levantino donde desempeñó altos mandos. Fue condenado a 30 años de cárcel por los fascistas tras acabar la guerra. 

Eugenio García Gunilla, era teniente de la Guardia Civil al iniciarse el conflicto. En Euzkadi mandó la 2a Brigada Vasca, y tras la derrota en el Norte pasó a zona republicana. Capturado por los rebeldes, fue fusilado en Alicante el 15 de octubre de 1940. 

El jefe de la 9a Brigada Vasca, Vicente Álvarez, procedía según Talón de la Columna Meabe de la JSU de Euzkadi, desconociendo su suerte tras la derrota en el Cantábrico. 

Evaristo Expósito, jefe de la 13a Vasca, también salió de las Milicias Meabe, mandando el batallón del PCE Karl Liebknecht antes de hacerse cargo de la Brigada. Logró evacuar el Norte, y en Cataluña mandó la 179a Brigada de Carabineros, teniendo por jefe divisionario a su superior en Euzkadi, Gómez.

Respecto a los mandos de las Brigadas Vascas llegadas de refuerzo al campo de batalla de Sollube, o que remitieron buena parte de su fuerza al área en el curso de la misma, podemos destacar a José Pañeda Santaflorentina, teniente de Infantería al iniciarse la guerra y jefe de la 5a Brigada Vasca al sustituir a Gómez, elevado a jefe de División. Pañeda, no quiso retirarse cuando estaba a punto de caer Bilbao y, al parecer, sus captores lo fusilaron prácticamente al momento de entregarse. 

Eduardo Vallejo Juarrero era capitán de miñones forales al iniciarse el conflicto, ascendiendo a comandante en febrero de 1937, encargándose después del mando de la 17a Brigada Vasca, algunos de cuyos batallones fueron remitidos al área del Sollube. 

En cuanto a José Barreiro Rodríguez, capitán de Infantería en julio de 1936, llegó a mandar la 18a Brigada Vasca, renumerada 17a al desaparecer la que ostentaba este último número. Disuelta su Brigada, se incorporó al Estado Mayor. Como de otros protagonistas citados, desconocemos su suerte posterior, que según vamos viendo pasó por la opción de represión o exilio (N 200) .
Los jefes de Brigadas foráneas participantes en la batalla del Sollube fueron Francisco Fervenza Fernández, de la 2a Expedicionaria montañesa (2a Móvil o 12a de Santander) y Tomás Díaz Ypiens por la 4a Expedicionaria asturiana. En menor medida también se implicaron, fundamentalmente en el frente que hacía cara a Gernika o como refuerzo del área de Mungia las Brigadas 1a Expedicionaria montañesa y 1a Expedicionaria asturiana (en origen 2a Brigada de Asturias), mandadas, respectivamente, por Manuel Barba y por Ramón Garsaball López. 

El primero de todos, Fervenza, era anarquista y tras la caída del Norte llegó a jefe de División en Levante. Díaz Ypiens, comunista, era un sargento con cinco años de servicio al estallar la guerra. Ascendió en los primeros meses de lucha a capitán. Barba procedía de las Milicias santanderinas y tras su captura por los franquistas en agosto de 1937 fue fusilado en Santander el 18 de noviembre de ese mismo año. En cuanto a Garsaball, era suboficial de Ingenieros al iniciarse la guerra, ascendiendo con rapidez a capitán. En junio le sustituyó al frente de la Brigada el mayor de milicias José Rodríguez Fernández. Garsaball llegaría a mandar División en el Norte y tras conseguir huir a zona republicana a la caída de dicho frente, desempeñaría otros cargos en el Ejército republicano del Centro (N 201).
Por diversas fuentes se ha citado a Valeriano Marquina como uno de los jefes destacados en el campo vasco durante las luchas por los montes Sollube y Jata. Sin embargo, con los datos disponibles podemos afirmar que Marquina no actuó ni en el Sollube ni en Jata. 

Este hombre había llegado al frente de Bizkaia procedente del de Madrid, donde ejerció de comisario junto a Valentín González, el famoso El Campesino. De allí se le destinó a Euzkadi, de donde era natural ya que había visto la luz en Galdames en 1911. Herido en la batalla de la carretera de la Coruña, Marquina solicitó y consiguió su traslado a la tierra natal tras su convalecencia, incorporándose en marzo de 1937 al frente de Otxandio como jefe de Estado Mayor del coronel Juan Ibarrola, jefe de aquel sector. Durante el resto de la guerra en el Norte Marquina permaneció siempre a la sombra de Ibarrola. Más tarde, en la zona Centro-Sur republicana, desempeñó mandos superiores, como el de jefe de 6a División que dirigió en las batallas de Levante, de Extremadura, y de Peñarroya.
No podemos olvidar la presencia de asesores soviéticos en Euzkadi. Los mismos eran escasos, aunque entre ellos se contaban Vladimir Gorev (citado por diversas fuentes como Goriev), Pavlovich (o Pailovich), Yan Berzin (Pavel Ivanovich Kizius Peteris), Orsini, Tumanov y Vint ser. Gorev era adjunto militar del consejero militar jefe, el general Grigory Shtern, máxima autoridad militar soviética en España. Shtern no actuó en el Norte. No parece tuvieran un papel destacado en Sollube y, en general poco hicieron ante el vacío y oposición de militares y políticos que, pese a estar en el bando de la República rehuían toda influencia comunista. El nacionalismo vasco no fue menos renuente a la colaboración con los soviéticos, aunque agasajó a los consejeros (N 202) .

2.1.2.2. Los jefes franquistas y sus aliados extranjeros

El máximo jefe del bando “nacional” al momento de librarse la batalla del Sollube era el general Francisco Franco. Sin embargo, su papel no tuvo especial interés en el desarrollo de la misma. Franco, como jefe del Ejército rebelde a la República, y líder máximo, –“Caudillo”–, del Estado paralelo que los alzados habían formado en el territorio bajo su dominio, se encargaba de la coordinación general de sus fuerzas en los distintos frentes. Sobre el terreno quien dirigía realmente las fuerzas contra Euzkadi era uno de sus subordinados, Mola.
Emilio Mola Vidal
El jefe de la ofensiva rebelde contra Euzkadi fue el general Emilio Mola Vidal. Desempeñó el cargo de general jefe del Ejército del Norte franquista hasta su muerte el 3 de junio de 1937, en accidente aéreo. Como militar destacó en la Guerra de Marruecos y en el control del aparato represivo al final de la Monarquía. Durante la República su oposición a las Reformas militares de Azaña le llevó al bando conspirador, del que se transformó en cerebro bajo el apodo de “el Director”. Durante la guerra no se distinguió militarmente por su eficacia, fracasando en el ataque a Madrid por el Norte y desperdiciando la posibilidad de hacer caer el frente Norte republicano con rapidez. Fue uno de los principales responsables de que el conflicto degenerase en una sucesión de matanzas de prisioneros (N 203)

José Solchaga Zala, igualmente veterano de Marruecos, quedó, al iniciarse la guerra civil, al mando de las tropas rebeldes de Navarra, y en 1937 tomó el mando de las llamadas Brigadas Navarras encargadas de la agresión a la Euzkadi autónoma. Más avanzado el conflicto detentó el mando del llamado Cuerpo de Ejército de Navarra, y pasada la guerra sería uno de los mandos críticos con el inicial papel preponderante de la Falange, solicitando al dictador la restauración monárquica. Durante las operaciones que nos ocupan se encargó de coordinar las acciones de las Brigadas bajo su mando con el fin de lograr el objetivo rebelde, la captura de Bilbao y de los recursos de Bizkaia. Falleció en 1953, en San Sebastián (N 204) .

Entre los mandos rebeldes implicados en la batalla del Sollube destacó, la figura de Juan Bautista Sánchez González, cuya unidad, la V de Navarra, protagonizó la lucha principal por el macizo. Este veterano de la guerra de Marruecos, que participó en el desembarco de Alhucemas, tuvo un papel destacado en la contienda civil. A Sánchez González le cupo el dudoso honor de dar, el 16 de julio de 1936, la primera orden militar para el alzamiento de fuerzas de combate en el Protectorado marroquí. La orden la recibió el comandante Ríos Capapé, que 21 años más tarde jugaría un papel decisivo en los acontecimientos que derivaron en la muerte del propio Sánchez
González (N 205) .

Juan Bautista Sánchez era un monárquico convencido que esperaba la restauración en la figura de Juan de Borbón. Al iniciarse el alzamiento militar era teniente coronel y tenía el cargo de interventor Regional del Rif, con residencia en Alhucemas. Aquí, además de coordinar el Alzamiento militar recibió el mando del sector de Alhucemas. A mediados de agosto de 1936 Sánchez pasó a Melilla, sustituyendo al coronel Solans en el mando melillense, donde cortó la represión incontrolada sustituyéndola por la de los tribunales militares.

Esto, sin embargo, apenas mejoró la situación de los detenidos republicanos. Sánchez González consiguió, finalmente, apartarse de las labores de retaguardia para incorporarse a la primera línea, mandando unidades de combate. En Bizkaia se hizo cargo, con rango de coronel, de la recién creada V Brigada de Navarra, mando del que no se apartaría durante toda la guerra, actuando con terrible eficacia. La Brigada, que en realidad siempre tuvo tamaño de División, se transformó a la caída de Asturias en 5a División de Navarra. Sánchez González acabó la guerra con el grado de general de Brigada al frente de la citada División (N 206) .

Tras la guerra, Sánchez participó en diferentes conspiraciones monárquicas. En 1956 se integró en la ideada por el conde de Ruiseñada, de modo que en enero de 1957, el capitán general de Valencia, el franquista y duro veterano legionario Ríos Capapé, marchó a Barcelona a advertir a Sánchez González de que abandonase la trama conspirativa. La tensión venció al último, que falleció de una angina de pecho tras visitar las fortificaciones de Puigcerda (N 207).

Otros jefes que destacaron con la V de Navarra fueron los Tenientes Coroneles Julián García Reyes y Fernández Capalleja que actuaron como Jefes de la 2a y 1a Medias Brigadas de la V. El primero de ellos afrontó con dificultades y, en general escaso éxito, la acción sobre Truende, y cayó víctima de la lucha por la cota 606 el 12 de mayo.

García Reyes era comandante de Infantería al estallar la guerra, perteneciendo al Regimiento Aragón no 17 de Zaragoza. En enero de 1937 estaba habilitado como teniente coronel en la 5a División zaragozana, de donde vino al frente norte para encontrar un aciago destino.

En cuanto a Fernández Capalleja alcanzó gran éxito al frente de tropas mercenarias, especializadas no sólo por su dureza en el frente, sino también en cometer auténticas matanzas con adversarios inermes tras su captura.

Camilo Alonso Vega, jefe de la IV Brigada de Navarra, también jugó, junto con su unidad un papel en la batalla de Sollube, dado que fue su unidad la que avanzó con celeridad hasta Gernika, localidad que sirvió de base de operaciones para afrontar la ruptura del frente sur del macizo de Sollube, en el Mazaga. Durante varios días la IV trató de avanzar para romper las líneas republicanas frente a Gernika, fracasando. Camilo abandonó la zona camino del frente de Barazar, donde pasó a cubrir línea su Brigada, si bien la misma se reconstituyó con algunos nuevos batallones, mientras varios de sus antiguos batallones se incorporaban o agregaban a la V Navarra.

Alonso Vega fue uno de los “duros” del franquismo. Su unidad batalló de forma salvaje durante la guerra, estando implicada, como todas las fuerzas de choque rebeldes, en multitud de matanzas de prisioneros. Alonso Vega participaría activamente en el régimen fascista. Fue primero director general de la Guardia Civil, y más tarde, en 1957, ministro de Gobernación, el equivalente de entonces al Ministerio del Interior (N 208) .

Rafael García Valiño, jefe de la I Brigada de Navarra, era otro militar africanista. Durante la guerra sus fuerzas sustituyeron a la IV Navarra en la zona de Gernika a principios de mayo, y jugaron un papel decisivo en el derrumbamiento de la resistencia republicana en la zona, colaborando con ello al éxito de la V en Sollube, si bien el grueso de sus fuerzas protagonizaron la batalla del Bizkargi, en unos combates que a partir del 9 de mayo corrieron paralelos a los del Sollube-Jata.

Considerado el táctico más brillante del bando rebelde, sus fuerzas se distinguieron siempre durante la guerra, primero con la I de Navarra, luego con el llamado Destacamento de Enlace y finalmente con el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo. Desempeñó varias Capitanías Generales durante el franquismo, en el que además se distinguió por su oposición a la sucesión del dictador por Juan Carlos de Borbón (N 209) .

Otro jefe subalterno franquista fue José Martínez Esparza. Este oficial, mandaba la Media Brigada de África, en la que destacaban los sanguinarios tabores de regulares marroquíes, responsables de infinidad de crímenes de guerra. Esparza, que resultó herido en el frente de Gernika, no pudo participar en los combates de Sollube; pero su avance sobre la Villa foral resultó esencial para hacer posible el escenario de la batalla. Tras descollar al frente de agrupaciones de unidades durante la guerra, desempeñó importantes cargos militares una vez acabada la misma. En junio de 1949, cuando ocupaba la jefatura de la 2a Brigada de la División Acorazada, falleció víctima de un accidente de tráfico.

Ettore Bastico
En cuanto a los aliados extranjeros de Franco, al empezar las operaciones sobre Bizkaia el CTV italiano estaba a punto de sufrir cambios en el mando, el derrotado Mario Roatta, alias “Mancini”, fue sustituido en el mando por Ettore Bastico, a quien quedó subordinado. Bastico era un enérgico general que procedió a depurar el CTV, poniéndolo a punto como una renovada y eficaz máquina de combate (N 210).

Nacido en 1876, el general Bastico era un veterano de las guerras coloniales italianas y de la Primera Guerra Mundial. En la reciente Guerra de Abisinia había mandado con éxito el III Cuerpo de Ejército italiano. Su experiencia, al igual que la de sus colegas y compatriotas, era mucho más significativa que la de Franco y sus generales, limitada a una guerra colonial como la de Marruecos. Tras la guerra, Bastico desempeñaría importantes cargos en el Ejército italiano, actuando junto al general Rommel, y ganándose entre los militares nazis el apodo de “Bombastico”, a quien por juzgar como arrogante le atribuyeron el aristocrático Von alemán delante del apellido propio (N 211).

El orgulloso general italiano chocó con Franco tras la captura de Santander. Bastico se vio relevado del mando, que pasó al general Berti. En la II Guerra Mundial, Bastico llegó a detentar el mando supremo de las Fuerzas del Eje en el Norte de Africa. Depurado tras la guerra por su implicación con el fascismo, se dedicó largos años al estudio de la Historia militar. Falleció en Roma en 1972, a los 96 años de edad 212 .

El general Roatta, primer jefe del CTV, fue el auténtico cerebro militar de la Italia fascista. Nacido en 1887, su dilatada carrera militar le había llevado a la jefatura, como general, del Servicio de Información Militar italiano (SIM), en cierto modo el Servicio Secreto fascista, cargo que detentaba durante la guerra de Abisinia. Esto le convirtió en el hombre clave del régimen de Mussolini a la hora de contactar con los rebeldes españoles en el verano de 1936, con el fin de coordinar la llegada de la ayuda italiana a los generales alzados contra la República. De ahí, Roatta pasó a detentar el cargo de jefe de la misión militar italiana, el CTV o Comando di Truppe Volontarie. Roatta se distinguió en la batalla de Málaga, donde sus tropas decidieron el fulminante resultado y donde él mismo sufrió heridas leves. Dos meses después, en marzo de 1937, fracasó en Guadalajara. Pese a perder su mando en favor de Bastico, Roatta continuó en España. En Bizkaia encontró un postrero mando tras el cerco y liberación padecido por los italo-españoles de Flechas Negras en Bermeo. Bastico y su Estado Mayor decidieron, tras dicha crisis, poner a Roatta al frente de las fuerzas bajo mando italiano en Bizkaia. De ese modo, Roatta se convirtió en jefe superior del coronel Piazzoni y de su Brigada Flechas Negras, y del console (consul o coronel de la milicia fascista) Enrico Francisci, jefe de la Agrupación Francisci, convertida inmediatamente en Agrupación XXIII di Marzo. Esa sería la última misión operativa de Roatta en España (N 213).

El general Sandro Piazzoni, jefe de Flechas Negras, resulta un tipo interesante por su extraña trayectoria personal. Piazzoni era antes de la guerra civil española un experto técnico militar. El compromiso de Piazzoni con el fascismo no debía ser muy sólido. Sin duda fue uno de tantos militares profesionales que contemporizaron con el fascismo en aras de su propia carrera profesional. Tras la II Guerra Mundial aparece vinculado a la Masonería (N 214) .

Enrico Francisci
Enrico Francisci, jefe en Bizkaia de la Agrupación de su nombre, luego llamada XXIII di Marzo, resultó un jefe popular entre sus hombres. Este jefe, veterano de los conflictos bélicos de su país, estuvo subordinado a Bastico en la guerra de Abisinia. En el conflicto hispano, Francisci mandó primero el V grupo de Banderas (batallones), que dio lugar a su Agrupación, participando en las batallas de Málaga y Guadalajara. En Bizkaia actuó con diligencia, cubriendo el flanco de Piazzoni y reforzando con sus unidades al mismo. Después de la caída de Euzkadi, el mando italiano le premió elevando al rango de División la fuerza bajo su control.

La misma destacaría en Santander, Aragón y Levante, regresando a Italia con motivo de la reducción de efectivos intervencionistas a finales del año 1938, cuando la guerra era netamente favorable a los franquistas. Comprometido con el fascismo, Francisci falleció en julio de 1943, víctima de los combates por Sicilia (N 215) .

Entre los alemanes hay que destacar fundamentalmente la contribución del componente aéreo representado por la Legión Cóndor. Dicha fuerza tenía dos figuras clave, Hugo von Sperrle y Wolfram von Richthofen.

Wolfram von Richthofen
Sperrle fue nombrado jefe de la Legión Cóndor en octubre de 1936, utilizando el pseudónimo de “Sander” durante su actuación. Era el único asesor del empleo de la fuerza alemana ante el general Franco, y abogó siempre por un uso agresivo de sus fuerzas. Fue uno de los responsables del plan maestro franquista para acabar con el Norte republicano y también uno de los principales imputados por el bombardeo de Gernika. Fue relevado del mando en octubre de 1937, que pasó al general Helmuth Volkmann, interviniendo posteriormente en la Segunda Guerra Mundial en puestos de relieve de la Luftwaffe. Fue juzgado en el proceso de Nuremberg; pero resultó absuelto, falleciendo en 1953, ya en libertad (N 216).

Richthofen, primo del famoso Manfred de igual apellido, –el “barón rojo” máximo as de la Primera Guerra Mundial–, desempeñaba el cargo de jefe de Estado Mayor de la Legión Cóndor, jugando un papel esencial en la planifi-cación y ejecución de las operaciones aéreas emprendidas por dicha fuerza en España. Es considerado uno de los responsables directos del bombardeo de Gernika. Al final de la guerra sustituyó a su superior, Volkmann, al frente de la Legión Cóndor, y durante la Segunda Guerra Mundial desempeñó mandos esenciales en la fuerza aérea germana, la Luftwaffe. Murió en julio de 1945, poco después de acabada la II Guerra mundial en Europa. En cuanto a Volkmann, había fallecido en accidente de automóvil casi cinco años antes, en agosto de 1940, cuando comandaba la 95 División de Infantería alemana (N 217) .

2.1.3. Los Ejércitos enfrentados

Al igual que con los mandos, antes de abordar el desarrollo de la batalla, debe hacerse un somero análisis de las fuerzas en liza. En cuanto a la calidad de los combatientes de a pie, debe apuntarse un claro equilibrio.

La diferencia fundamental en el campo de batalla estribó en realidad, en la superior potencia de fuego de las fuerzas rebeldes. Estas contaron con una total superioridad aérea y una aplastante ventaja artillera que abatió paulati-namente las líneas de resistencia de los vascos y sus aliados.

2.1.3.1. El Ejército de Euzkadi y las fuerzas del Norte republicano

Al momento de iniciarse la batalla de Sollube el Ejército de Euzkadi, o I Cuerpo del Ejército del Norte de la República, acababa de sufrir una grave derrota. El frente de Gipuzkoa se había derrumbado entre Aramayona y el mar Cantábrico tras reiniciarse la ofensiva franquista sobre Bizkaia. A pesar de la dura resistencia los franquistas progresaron merced al éxito de la I Brigada de Navarra, que al envolver Udala y progresar sobre Elorrio selló la suerte de los Intxortas. A continuación cayó todo el frente desde Eibar hasta el mar, mientras los rebeldes tomaban Durango en medio de duros combates.


La derrota obligó a los defensores a acometer una gran reorganización de sus fuerzas mediante la constitución de Brigadas y Divisiones. El 27 de abril, día en que los franquistas ocupaban las localidades de Etxebarria, Markina, Urberuaga, y Berriatua, el mando vasco daba una Orden reorganizando los efectivos de primera línea. Se trataba de crear una línea defensiva en sentido Norte-Sur, cuyos puntos de resistencia debían establecerse a vanguardia de Gernika y Amorebieta, y en el Gorbea.

Al siguiente día, 28 de abril, se daba la orden de que las fuerzas desplegadas en la citada línea quedasen organizadas en Divisiones y Brigadas repartidas entre los tres Frentes (Norte, Centro y Sur) que trataban de contener el ímpetu del avance enemigo. El llamado Frente Norte, casi de inmediato transformado en 1a División Vasca, quedó bajo el mando del coronel profesional Llarch Castresana, un “leal geográfico” que, como veremos, desapareció de la escena de manera trágica.

El llamado Frente Norte cubría el terreno situado entre Mundaka y Albiz. Contaba con tres Brigadas, la 1a Vasca, llamada al constituirse “de Pedernales”, era mandada por Germán Ollero Morente y guarnecía el frente entre Mundaka y Forua. De Norte a Sur sus unidades eran los batallones Mungia, Cultura y Deporte, Amayur y Eusko Indarra ó 2o de ANV.

Al Sur de la anterior desplegaba la 2a Brigada Vasca, llamada “de Gernika”. Esta la comandaba Eugenio García Gunilla, y sus batallones se desplegaron en una línea defensiva que partiendo de Enderika-Idokilis, pasaba por la cota 189 de Burgogoicoa, –en la actualidad aparece como cota 187–, la loma Burgoa y el vértice Urgogana, acabando en la cota 128 situada al oeste de la localidad de Marmiz. La 2a Vasca disponía de los batallones Castilla, San Andrés, Otxandiano y Malatesta 2o de la CNT.

La última Brigada del Frente Norte era la 4a Vasca, o “de San Miguel de Mendata”. La mandaba Pablo Beldarrain, y disponía de tres batallones reforzados a lo largo de la línea de resistencia establecida en la cresta por la que discurre la carretera entre Marmiz y Urruchua. Sus batallones iniciales eran los Simón Bolivar, UHP y Zabalbide, contando además con dos compañías del batallón Rosa Luxemburgo (N 218).

Después del Frente Norte se estableció un llamado Frente Central, “de Amorebieta”, comandado por el coronel Vidal Muñarriz y transformado casi de inmediato en 2a División Vasca. Este nos interesa menos, pues su despliegue no afectaba al área donde se iba a desarrollar la batalla del Sollube.

El grueso de sus fuerzas se desplegaba en una zona que pertenece al extremo sur de lo que hoy conocemos como Busturialdea. De sus cinco Brigadas cuatro estaban en dicha zona. La 12a Brigada Vasca, mandada por el anarquista Carmelo Domenech, enlazaba en Albiz con las fuerzas de Beldarrain, siendo su punto fuerte la cota 430 de Urrutxua. Tenía cuatro batallones, los Kirikiño, Abellaneda, Sacco Vanzetti CNT-4 y Celta CNT-6. A retaguardia de dicha Brigada desplegaba la 6a Vasca, mandada por Cristóbal Errandonea, que contaba con los batallones Baracaldo, Rebelión de la Sal, Amuategui y Rosa Luxemburgo, aunque dos compañías del último estaban provisionalmente con la 4a Brigada de Beldarrain.

La 3a Brigada Expedicionaria Asturiana (batallones 213, 216 y 230), mandada por el comandante Joaquín Burgos, desplegaba igualmente por Zugastieta, mientras una Brigada santanderina, conocida como 1a Brigada expedicionaria santanderina (1a Móvil o 15a de Santander), formada por los batallones 106, 116, 138 y 139, lo hacía por Ibarruri, la mandaba Manuel Barba del Barrio.

Además de las Brigadas citadas, el frente Central tenía a su disposición la 2a Brigada expedicionaria de Santander, –2a Móvil o 12a de Santander–, mandada por el mayor Francisco Fervenza. Esta Brigada se mantenía a fina- les de abril descolgada de las fuerzas del Frente Central vasco al que estaba asignada. Según la Orden del Cuerpo Vasco del 29 de abril esta Brigada se mantenía posicionada en Sollube. La misión de esta unidad era sin duda tratar de consolidar una especie de segunda línea al Oeste de la ría de Gernika y de la propia Villa foral. La 2a se componía de tres batallones (101, 102 y 122).

El despliegue anterior era el existente inicialmente cubriendo la zona situada delante del terreno en que con posterioridad se libraron las batallas de Sollube y Bizkargi, libradas ambas por la 1a División Vasca. De todos modos, en medio del caos de la retirada existían algunas diferencias entre el orden descrito y el que provisionalmente tenían algunas unidades. Así, el batallón Rosa Luxemburgo, o al menos parte de sus fuerzas encabezadas por el comandante Cristóbal, aparecía desplegado en Rentería y unas alturas situadas al sudeste de la Villa.

Las fuerzas vascas y asturiano-santanderinas que cubrían el frente agrupaban un total de ocho Brigadas, formadas por 29 batallones de Infantería, apoyados por algunos batallones de Ingenieros, una Artillería escasa y algunos blindados y carros de combate. En total, con las tropas de los diferentes Servicios, unos 20.000 hombres formaban la línea defensiva desde la zona al Norte de Zugastieta hasta Bermeo. Más tarde, a lo largo de la batalla por el Sollube, se sumarían nuevas unidades al esfuerzo a las tropas defensoras, incluyendo nuevas fuerzas asturianas (véase el Documento no 9 del Apéndice). Varios batallones relevarían a otros desgastados por la lucha, y participarían en los contraataques sobre el macizo o tratarían de consolidar la siguiente línea defensiva republicana entre el mar (zona de Jata) y el Mendigane.

2.1.3.2. Las fuerzas franquistas

Frente al anterior despliegue defensor, las fuerzas franquistas presentaban en los sectores que nos interesan una superioridad evidente en medios bélicos, aunque la diferencia numérica, en combatientes, no era tan importante como la existente en el armamento. El 28 de abril, las tropas franquistas que confluían sobre Gernika y la línea defensiva republicana desde el Norte de Zugastieta hasta el mar Cantábrico, la formaban en lo fundamental dos Brigadas, que en realidad pueden considerarse Divisiones.

La fuerza que ocupaba la zona Norte de dicho despliegue era la Brigada
Flechas Negras, en italiano Frecce Nere. Se trataba de una unidad bisoña, de
fuerza mixta italo-española, es decir bajo mando y encuadramiento de oficia-
les, suboficiales y tropa especialista mayoritariamente italiana, mientras el
grueso de sus efectivos eran españoles, muchos de ellos de recluta forzosa
efectuada en Extremadura y La Rioja. Iniciada su organización en enero de
1937, su única experiencia bélica, antes de iniciarse su avance el 27 de
abril, se reducía a un bombardeo aéreo sufrido en Mérida por parte de sus
fuerzas, a una estancia en posiciones del frente de Jarama entre el 19 y el
29 de marzo, y el 2 de abril, y su posicionamiento posterior en el inactivo
frente entre Ondarroa y Urkarregi desde el 5 de abril.


Pese a lo anterior, la Brigada de Flechas era una unidad perfectamente equipada, muy al contrario que sus oponentes vascos y que muchas unidades de sus aliados franquistas. La Brigada la mandaba el coronel Sandro Piazzoni, ascendido a general tras la campaña de Bizkaia, contando como Jefe de Estado Mayor con el Teniente coronel Amilcare Farina. Como adjunto español al mando estaba el comandante Bartolomé Barba.

La fuerza principal de Flechas eran sus dos regimientos de Infantería, 3o y 4o, formado cada uno de ellos por tres batallones y en principio con una sección de piezas de acompañamiento de 65 mm. de calibre, según Alcofar, que se transformó en una batería completa según los datos de Mesa. Los jefes respectivos de los regimientos fueron, según Alcofar Nassaes, el coronel Bruno Renzoni (3o), y el del mismo grado Fiumara (4o), aunque Mesa cita a Fiumara en el 3o y al teniente coronel Paolo Fregosi en el 4o. Lo que sí es exacto es que, tras la batalla, el 13 de junio, Fiumara estaba al frente del 3o, y Farina del 4o. El Regimiento 3o tenía sus tres batallones numerados del 1o al 3o, mandados respectivamente por los mayores Enmanuele Bruno, Luigi Pozzuoli y Giuseppe Bertelli, siendo sustituido este último por el teniente coronel Turco. La batería de 65 la mandaba el capitán Luigi Beltarini. En cuanto a los batallones 1o a 3o del 4o regimiento, Alcofar cita sólo los jefes de sus batallones 2o y 3o, mayores Carlo Silvagni y Giorgio Bonacorsi. En cambio, José Luis Mesa cita como jefes de los tres al mayor Pinedo (1o), al 1o capitano Favaloso (2o) y al mayor Rusco (3o). La batería del 65 del Regimiento la mandaba el capitán Tafur (N 219) .


Además, como Reserva a disposición del mando, la Brigada disponía de un batallón independiente de Infantería, –el llamado batallón de Asalto–, mandado por el mayor Michele Rago y compuesto exclusivamente de italianos. También se contaba con una Compañía de Complemento mandada por el teniente italiano Ruzzi, y una Compañía de Guardias de Asalto de Badajoz, con 173 combatientes españoles. Flechas disponía de una Artillería formidable, mandada por el teniente coronel Rolandi, y formada por el 4o grupo de piezas de 75 mm., un grupo de piezas de 100 mm., otro de 105 mm., más una batería antiaérea de 20 mm. de calibre. Los citados Grupos disponían de tres baterías de 4 piezas cada una. En conjunto, sus más de 40 piezas artilleras de campaña y ligeras (48 con la batería de 65 mm. existente por cada Regimiento de Infantería) equivalían a casi la mitad del total de piezas a disposición de los defensores de Euzkadi. Esto demuestra la precariedad del armamento vasco y republicano en el Norte.

La Brigada disponía de una Compañía Mixta de Ingenieros (Compagina Genio), mandada por el capitán Humberto De Luido, de una sección de Intendencia (2a Sezione Sussistenza Speciale), comandada por el capitán Giacinto Dágnese, y de un componente sanitario envidiable, cuyo jefe era el mayor Pompeo Severi, ya que Flechas Negras disponía, además de la sección de Sanidad encargada de la atención y evacuación de bajas en el frente (Sezione Sanità F), que mandaba el capitán Fortunato, de dos hospitales de Campaña, 1o y 2o (Ospedali da campo B e D) mandados, respectivamente, por el capitán Gorgoni y el mayor Fracassi, más un equipo quirúrgico (Nucleo Chirurgico A) con el mayor Agostinelli al frente. En una relación de junio aparece además de las unidades anteriores una Sección de Ambulancias (Sezione Autoambulanze), y fuerzas de Correos (Ufficio Postale n. 8) y Mayoría (Mayoria Spagnola).

Sin embargo, Flechas careció de la compañía propia de carros de combate que se planeó debía tener, por lo que en Bizkaia se le asignaron compañías de carros de combate “negrillos”, los Panzer I del batallón de carros formado con dichas máquinas por los franquistas.

En total, la Brigada contaba a su llegada al frente vasco con un total de 7.141 hombres. De ellos, 2.161 (el 30,2%) eran de nacionalidad italiana, incluido el grueso de la oficialidad y de los mandos subalternos especialistas, ya que el contingente italiano comprendía 152 oficiales, 195 suboficiales y 1.814 soldados. El resto del personal, hasta un total de 4.980 combatientes (69 oficiales, 62 suboficiales y 4.849 soldados), eran españoles.

Entre estos había algunos vascos incorporados en Gipuzkoa, caso del teniente de complemento Elosegui Odriozola. Éste, pertenecía a una extensa familia guipuzcoana dividida por la guerra. Tres de los hermanos Elosegui militaron en las filas del Ejército Vasco, el artillero y dos más en las franquistas. Como contó en su día el más famoso de los hermanos, el nacionalista vasco Joseba, la tragedia se cebó en la familia. Al final de la batalla de Sollube, y cuando igualmente se iniciaba la del Jata, fallecía en este último monte su hermano Iñaki Elosegui, gudari del batallón Saseta, víctima del fuego artillero de la Brigada Flechas Negras. Esta última incluía la batería del hermano encuadrado en la unidad atacante (N 220).

La otra fuerza del bando “nacional” que se aproximaba a Gernika, a fina-
les de abril era la IV Brigada de Navarra. La mandaba Camilo Alonso Vega. La
unidad tenía tamaño de División, con 12 batallones, una compañía de ame-
tralladoras, otra de carros, y un par de baterías de campaña. La unidad sufrió
un duro revés el 20 de abril; pero la maniobra envolvente de la I Navarra
determinó la ruptura del frente vasco, y la unidad de Alonso Vega pudo
progresar vía Ermua y Eibar sobre Markina y el Norte de Oiz. Era una fuerza
poderosa, con no menos de 8.000 hombres, incluyendo centenares de temi-
bles mercenarios marroquíes de Regulares. Los jefes de sus Agrupaciones
de infantería, 1a a 4a, eran el teniente coronel Esparza, el comandante Ubiña,
el del mismo grado González, y el teniente coronel Gual (N 221) .

 
Además de las dos Brigadas anteriores, el grueso de la I Brigada de
Navarra quedó situada en los primeros días de mayo al Sur de Gernika, entre
Zugastieta y Mugika. Esta fuerza libraría en mayo una batalla paralela a la del
Sollube, la del Bizkargi, y parte de su acción, –el avance inicial sobre Ugarte
de Mugika y Rigoitia–, nos interesará porque se trató de una acción coordi-
nada con la V de Navarra para envolver y dominar la prolongación Sur del
macizo de Sollube, el Mazaga. La I, mandada por García Valiño, tenía como
la IV tamaño divisionario, siendo sus efectivos parecidos a los vistos para la
unidad hermana.

En cuanto al elemento blindado, los rebeldes también contaron desde
finales de abril con el llamado Batallón de Carros de Combate, mandado por
el comandante José Pujales Carrasco. La 1a compañía, formada totalmente
por Panzer I, fue la primera en actuar en Euzkadi, en el mes de abril, y a
finales del mismo actuaba con la IV de Navarra. El resto de las unidades
recibieron el 26 del mismo mes orden de desplazarse hasta el frente vasco,
emprendiendo la mayoría su marcha el día 27 desde el frente central. La 2a
compañía estableció su base en Gernika, al igual que la ya actuante 1a y la 3a. Esta última llegó a la villa el 3 de mayo. Las 1a y 3a contaban en conjunto
con una treintena de carros Panzer I, mientras la 2a disponía de 13 Panzer
I y tres carros rusos T-26, capturados previamente en el sector central del
frente bélico (el madrileño). Sin embargo, los carros rusos se quedaron en el
frente central 222 .

Los Panzer I eran del modelo A, llevaban dos tripulantes, pesaban
5.400 kgs., medían 4,02 metros de largo, 2,06 de ancho, y 1,790 de alto,
su blindaje era de 13 mm. de espesor, portaban una torre con dos ametra-
lladoras MG-13 de 7,92 mm., con más de 1.500 balas, –excepto los carros
de mando que sólo llevaban una en una casamata fija–, y alcanzaban 37
kilómetros de velocidad. Los T-26 pesaban 9.400 kgs., y portaban tres tri-
pulantes. Sus dimensiones eran de 4,62 m. de longitud, 2,44 m. de ancho,
y 2,24 de altura. El blindaje oscilaba entre los 7 y los 16 mm., siendo su
armamento un cañón de 45 mm. (122 proyectiles) y una ametralladora de
7,62 mm. (1.440 disparos). Su velocidad era de unos 30 kilómetros por
hora. Estos últimos carros no actuaron en Bizkaia en ninguno de los dos
bandos, a pesar de que algunos autores afirman la presencia de alguno en
el campo republicano 223 .

A las fuerza s citadas hay que añadir las unidade s de la V Brigada de
Navarra, ya comentada, y las unidades agregadas como refuerzo, así como la
Agrupación italiana XXIII di Marzo que se sumó, como veremos tras el inicio
de la batalla (véase el Documento no 9 para ver el listado de unidades fran-
quistas participantes).

2.1.4. El escenario de la Batalla del Sollube

La batalla de Sollube es conocida por tener ese nombre la altura más
elevada del área donde se libró la misma. Se libró en un amplio triangulo de
terreno de la actual Busturialdea, situado al Oeste de la ría de Gernika. El
triangulo abarcaría el territorio comprendido entre las líneas imaginarias que
unirían Gernika-Bermeo-Mungia, ocupando todo el macizo de Sollube, desde
la zona de Cabo Mat xit xako, hasta la prolongación sureña del mismo en las
alturas de Mazaga, encima de Gernika.

Los límites al Norte fueron el área comprendida, de Oeste a Este, entre
las vertientes orienta les de Jatamendi y Ca bo Mat xit xako. El limite Oeste
del campo de batalla vendría marcado por una línea imaginaria desde el
Cantábrico, (cota 183 de Portume al Oeste de Bakio), hasta la zona de
Rigoitia, al Norte de la carretera que partiendo de la de Amorebieta a Gernika
va hacia Mungia. El limite Este vendría definido por la costa y el eje del mar-
gen Oeste de la ría de Gernika, desde el mismo Cabo Mat
xit xako hasta la localidad de Mugika, algo al Sur de la villa foral. El limite Sur sería la punta meridional del triangulo, con la estrechísima franja de terreno entre Rigoitia y Gernika.

La cima de Sollube en la actualidad figura en los mapas (Mapa general
de escala 1:50.000 Cartografía Militar de España) con una cota de 663
metros, que con la antena de televisión instalada en la actualidad en la
misma llega a los 707 metros. La cota, ocupa la parte central de las que
se elevan por encima de la curva de nivel de los 600 metros, con una figura
topográfica que nos recordaría estos signos -<, formando una especie de
triangulo de casi 2 kilómetros de lado. Precisamente en la zona de unión de
– con < se encontraría la cima del Sollube. En la figura – encontraríamos la
que veremos fue la disputada cota 606, unos 500 metros al Oeste de la del
Sollube. Los vértices noreste y sureste de < los ocupan las cotas 652 y 600.
Esa área era la más elevada y el mejor observatorio para un Ejército que
combatiera en la zona. En sentido Norte-Sur y Oeste-Este constituyó la zona
central del terreno donde se libró la batalla. Esas cotas son la zona central
de la línea imaginaria que uniría Mungia con Altamira, de unos 13 kilómetros
sobre el plano y pasando por el vértice Sollube y el Alto de Añetu.
Al Norte de la citada línea Mungia-Altamira quedó el área donde se libró
lo más duro de la acción bélica librada en el macizo de Sollube entre el 30
de abril, día de la ocupación de Bermeo, y el 14 de mayo, jornada en que los
defensores de Euzkadi perdían sus últimas posiciones en la vertiente occi-
dental del macizo. Esta zona estaría delimitada por una línea occidental de 8
kilómetros sobre el plano, desde el mar Cantábrico hasta la villa de Mungia,
pasando por las alturas de Jata. Aquí, no debemos olvidar que la primera
fase de los combates por Jata se libró de forma coordinada a la de Sollube,
y por tanto su discurrir no puede separarse de lo que conocemos como bata-
lla del Sollube. El límite Este sería el de la costa y la margen izquierda de la
ría de Gernika, entre Mat xit xako y Altamira, pasando por la villa de Bermeo,
Mundaka, Pedernales y el mismo Altamira. Desde el vértice Sollube hasta el mar, discurriría la línea de alturas que marca la zona central del espacio que
podemos denominar Norte, o espacio principal de la batalla, y cuyo dominio,
con el mismo vértice, fue objetivo principal de la lucha. De Sur a Norte, y par-
tiendo desde el Sollube (cota actual 663), encontraríamos las cotas 652, el
Alto de Achaspi o cota 496, Alto de Truende o 418, cota 476 de Zuizuri, cota
367 de Luzarraga-Bekoa, Cerro Burgoa o cota 455 de Mat xit xako, cota 430, y
altura de Atalaya en Mat xit xako. Al Oeste de esta línea de cotas máximas que-
darían una serie de cotas de menor altura en la vertiente occidental del maci-
zo de Sollube, destacando, de Sur a Norte, los altos de Landaluce, Urresti,
Mariyene, Catalán-Goiko, Critón, Acerechogoiti, cota 188 de Mendialde, y
Ermita de San Juan de Gaztelugache. En la vertiente oriental del macizo, en
su caída hacia la ría de Gernika y Bermeo, en el mismo sentido Sur-Norte
destacarían el citado Alto de Añetu, la cota 305 al Este del mismo, el Alto de
Lekuxondo, cota 322, la cota 340 de Castilucho, cota 166 sobre Mundaka 224 :
“Sollube es una verdadera atalaya, para contemplar un extenso panorama de
la parte central de Vizcaya. Abajo, la vega y poblado de Munguía, comprendiendo
todo T xori-erri, Zamudio, Larrabezúa, los montes de Archanda y Ganguren, las
cumbres de Ganekogorta, Pagasarri y los principales picachos de los montes
de las Encartaciones. La entrada de la ría de Guernica, (Urdaibai), la iglesia de
San Martín de Líbano, de Arrieta, en cuya jurisdicción se halla el montículo de
Magalt za, que es una estribación del Sollube.
En el horizonte se puede ver, orientándonos hacia Busturia, Laida y
Legendika, y a su derecha, Arteaga con el famoso castillo que la emperatriz de
Francia Eugenia de Montijo regaló al Pueblo, y más lejos las cumbres de Gorbea y las Peñas del Duranguesado”.

Al Sur de la línea imaginaria Mungia-Altamira se situó el escenario
secundario de la batalla por el Sollube, en un área cuya forma en dirección
Norte-Sur es de V, de triangulo invertido cuya parte superior la forma la línea
descrita y cuyos lados Oeste y Este están formados, el primero por una línea
que de Mungia va hasta Mugika, pasando por Morga y Ugarte, y el segundo
por otra que desde Altamira baja hasta dicho punto, pasando por Gernika.
El triangulo ideal contendría la dorsal que desde el ya descrito núcleo cen-
tral del Sollube desciende hasta el área inmediatamente al Oeste de la villa
foral, y que en posición central, en dirección Noroeste-sureste contiene las
alturas de Pepetone, Makuleta, Alto de Arrillas, cota 375 de Arriaga, cota
390 al Este de Barayas, cota 405 de Mayaga o Mazaga, cotas sobre Lumo.
En ambas vertientes distinguimos otras alturas secundarias. En la occiden-
tal, de Norte a Sur, las 346 de Ganarriabecoa, Arcacha, San Miguel, 293
de Rigoitia. En la oriental, Gomezcorta, 253 y 262 al Sur de Ubitarte, 369
al Este de Mechicas, 316 al Oeste de Basteguieta y 275 de Aiserrota. En
esta zona, fracasaron los ataques franquistas desde Gernika a principios
de mayo, y finalmente cayó por envolvimiento de la tenaza formada por la V
de Navarra desde Sollube y por la I desde Mugika, tras la caída de las cotas
altas de Sollube.

En definitiva, el gran triangulo que formaban los dos espacios descritos
fue el escenario, durante más de 15 días, del choque entre más de 50.000
combatientes de ambos bandos. El episodio bélico ha pasado a la historia
como batalla del Sollube.

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